Mentira Millonaria
Mentira Millonaria
Por: jinx2117
Capítulo 1

¿Qué tan difícil podria ser complacer a un millonario?

Tessa sabia la respuesta; mucho.

—¡¿Qué se supone que haga yo con este trabajo incompetente?!—el joven Julian Anderson se encontraba reprendiendo a todos a diestra y siniestra en aquella sala. Mientras había arrojado con desdén sobre la mesa los informes proporcionados por el departamento financiero.

De repente, toda la sala de juntas se había llenado de un silencio sepulcral, era lo usual que ocurría en las juntas convocadas para discutir la situación de la empresa. A pesar de a esta irle muy bien, el joven era extremadamente perfeccionista. Y si, Tessa debía admitir que era orgulloso y bastante irritable. Para el, nunca nada era perfecto.

—P-pero jefe... las ventas subieron y...

—¿Subieron? ¿A eso le llamas subir?—soltó el joven con una fría mirada, el hielo se quedaba corto a lado suyo. Tessa no sabía que podria existir algo más frio que el hielo, hasta que lo conoció a él.

—Pero... hubo... hubo más ingresos. —se defendió el hombre de oscura barba

—Un porcentaje de ventas del cinco por ciento superior al año pasado, no es subir-soltó irritado.

Todos volvieron a estar callados

—¡Vamos! ¿es que nadie puede darme algo bueno?

Mas silencio.

Julian suspiro. —Bien. —entonces chasqueo los dedos y su fiel asistente acudió rápidamente —James, —llamo —espero me hayas hecho un registro de todo lo discutido en la reunión, quiero esquemas y los puntos más relevantes en los que dije que hay que seguir mejorando

Tessa asintió. Después de tres meses trabajando para él ya se había acostumbrado a que la llamaran James. Después de todo, ella debía mantener el secreto.

Tan orgulloso como era, hace un tiempo atrás el joven Julian abrió una vacante para un puesto, donde solo se aceptaban hombres. Al verse en una situación económica desesperante Tessa postulo. Y quedo. Asombrosamente quedo. Cubrió el perfil a la perfección. Y sí. Para eso, se tuvo que hacer pasar por un hombre. La mentira mejor guardada, deberían darle un Oscar.

Cuando Julian se levantó, se despidió con desgana y salió de la sala

—Buena junta.— dijo Tessa haciendo su voz neutral de siempre. Aquella que no denotaba un género para nada femenino

—¿Qué le paso hoy? ¿acaso se te olvido llevarle su café de todas las mañanas? — soltó una mujer sentada hacia ella

Tessa sonrió incomoda

—Esperemos la próxima reunión sea mejor. Gracias por su esfuerzo—dijo mientras hacia una reverencia para todos

Los miembros y jefes de los distintos departamentos asintieron. A muchos les agradaba "James" El nuevo asistente del jefe desde hace tres meses. Otros lo miraban solo con lastima por estar a merced de un hombre tan tajante y malhumorado. Asombrosamente nadie la miraba con envidia. A Tessa eso ya no le importaba, luego de tres meses creía tener medido el carácter del señor Anderson, o eso creía.

Cuando ella se despidió, fue rápidamente hasta la oficina del jefe y toco la puerta

—Pasa—escucho su voz desde el interior. Y asi lo hizo

—¿Sabía que era yo? — le cuestiono

—Reconozco tu toque en la puerta.

Tessa parpadeo —¿y cómo es eso?

El soltó un bufido —un toque torpe, suave, inseguro...

—¿Debería ofenderme? — pregunto al tiempo que hacia una mueca

—¿Qué habíamos hablado de hacer caras raras?

Tessa se compuso rápidamente y decidió quitarle importancia a la conversación. Después de todo, Julian Anderson casi nunca hacia cumplidos. A nadie. Y la gran mayoría de cosas que decía eran desplantes.

—Debería controlarse más— le sugirió ella —esos hombres y mujeres hacen lo mejor que pueden

—No lo suficiente —menciono quitándole importancia mientras seguía revisando los informes en su mano.

—Son un buen equipo. —insistió ella.

—Cuando te pida tu opinión me la das

« Como de costumbre » pensó ella poco impresionada.

—Los estados de cuentas están bien. —dijo dándose cuenta de que los estaba volviendo a chequear— Yo los revise.

—Se que están bien. No estoy buscando fallas.

—¿Ah no? Entonces, ¿Qué busca señor Anderson?

—Estoy buscando vacíos

—¿Vacíos?

—Cosas donde poder mejorar, donde podríamos ahorrar recursos

—Desde que usted tomo el control de la empresa después de su padre, esta compañía no ha hecho más que crecer— le respondió ella. Después de todo, antes de venir a trabajar aquí, había investigado mucho sobre el trayecto de la empresa y de la misma familia Anderson. Una historia impresionante sobre un imperio millonario.

—Si, seguramente mi padre debe de estar orgulloso— menciona sin entonación de nada —donde quiera que este ahora.

Oh claro, también se le había olvidado mencionarlo a ella, que el padre de Julian estaba muerto.

Tessa se aclaró la garganta —sobre lo de tomarme el dia de mañana libre...—trato

Julian lo mira con una ceja enarcada —¿de verdad lo necesitas?

Ella asintió.

Su jefe lo piensa —de acuerdo, James—dice y sus ojos azules parecen ablandarse un poco. Algo muy poco inusual de ver en el —Puedes tomarte el dia de mañana.

—¿De verdad? — no es que quisiera arriesgar su propia suerte, pero eso la impresionaba. Mucho más de lo que quería admitir.

—Pero no será todo el dia—objeta el rápidamente —en la tarde te quiero ver aquí. Tres en punto. Ni un minuto después. —le advierte —¿lo tienes?

—Si señor.

En ese momento el teléfono suena. Ella se muerde el labio inferior —¿no contestara?

—¿Para qué? — dijo sin mirarla

—Pues... quizás sea algo importante

—Tu ya sabes quién es —le suelta malhumorado

—¿otra prometida?

—No se cansan de emparejarme

—¿Es tan malo? — a veces ella compadecía al chico. Nunca lo había visto socializar mucho con ninguna mujer. Y se negaba a contraer matrimonio y por ende, a tener una esposa. Al inicio, Tessa tenía la teoría de que quizás él podía ser gay, luego comprendió que era algo mucho más complicado que eso. Julian no actuaba con esas intenciones.

Ella noto, que siempre cuando el veía a una mujer sentía un odio, una rabia más allá de su entendimiento, guardaba una especie de rencor en su corazón. Tan arraigado como las raíces viejas de un gran árbol. Ella a veces se pregunta, ¿de dónde había salido tanto odio? ¿y como un cuerpo podía mantenerse y sobrevivir cuando la gran mayoría de este guardaba solo ese sentimiento?

—Todas tan superficiales. Unas más sínicas que otras. —soltó —es como si pensar en ropa o maquillaje fuera todo lo que tienen en la cabeza. Repugnante.

Él era un alma que vagaba sin vida. Porque en la cabeza de Julian siempre habían números, y tácticas, nunca lo había visto dejarse llevar por los sentimientos, y a veces se preguntaba si siquiera el mismo se permitía sentir algo.

—Eso es un poco discriminatorio —y ella omitió la palabra "mucho" — y esta generalizando. —apunto

—No me interesa. Tan solo deseo que paren

A veces sentía, que quizás Julian Anderson merecía una oportunidad, aunque el mismo no lo deseara.

—Ah, y tráeme un café. —chasqueo lo dedos —y rápido. También necesito que organices a mis guardias, y planees mi almuerzo. —la miro —Muévete, no tenemos todo el dia. ¿O piensas quedarte allí cual estatua?

Si. Bueno. Una oportunidad que seguramente alguna chica quizás le dé si es que son capaces de aguantarlo por más de cinco minutos. O en su caso, dos segundos. Eso es todo el tiempo que Julian necesitaba para arruinar cualquier ambiente, o progreso realizado.

Ella se despidió y salió de la oficina.

Sea cual sea por las cosas que el había pasado, no era justificativo para actuar asi con el mundo. Estar jodido no te daba derecho de joder al resto. Ahora entendía porque la vacante del puesto era voluntaria, y nadie duraba en el cargo más de tres días. Y ella había durado tres meses. Sin embargo, ocultar cosas, vivir una doble vida traía consecuencias. Y perdía parte del mundo que la hacía ser ella al nunca decir lo que pensaba o sentía.

« ¿Y cómo vivir una mentira? »

—James —la voz de su jefe sonó a sus espaldas. Este había salido de la oficina mientras se colocaba una bufanda.

—¿Si?

—Ten cuidado al regresar a tu casa. Nadie quiere que te encuentres indispuesto de tus labores mañana.

—S-si...

Porque, de alguna forma, todos sus posibles cumplidos, él se encargaba de camuflarlos, de arruinarlos. A veces ella sentía que Julian le tenía aprecio, pero él era confuso.

« ¿Y cómo vivir una mentira? »

Lo miro.

Y quizás, esos ojos azules lo valían.

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