Antes de que Enrique saliese del pueblo, se dirige al hospital que vio cuando entró al pueblo y se adentra frente a este. Hace una pequeña diligencia y sigue su rumbo.
Al día siguiente, Alba y Lucía se despiertan temprano para desayunar juntas.
—Que raro que Camilo no ha llegado —se extraña Lucía mientras come junto a Alba en la mesa.
—De hecho, vino ayer, pero estabas tan cansada que no te desperté.
—Bueno, ya pasará hoy por aquí.
—Si, sobre todo porque hoy vamos a salir. —dice con timidez.
—¡¿De verdad, Albita?! —se impresiona. Y su nieta asiente, Lucía sonríe de oreja a oreja—. Ya te estás pareciendo un poco a mi, claro que me superas, siempre fue con dos hombres, jamás con tres —bromea y se ríe.
—Abuela…
—Me alegra de que quieras darle otra oportunidad a Camilo, Albita, créeme que no te arrepentirás.
—Me arrepentirá solo si llego a casa y estas de necia, abuela.
—Sé cuidarme sola Alba, tuve que hacerlo después de que mi Pablo se fue.
—Lo sé, pero vienes de una operación abuela, de