El rubor en las mejillas de Ximena se intensificó y rápidamente colgó el teléfono.
Llegaron al hospital.
Víctor se había perdido en algún cruce y tardó en aparecer.
Don Guillermo, cansado de estar en el coche, se recostó en el asiento con ganas de dormir.
Después de mucho persuadirlo, don Guillermo