Ximena, con cuidado, se acercó a Mateo y le habló en voz baja:
—Mateo, todo es culpa mía.
Mateo levantó la vista hacia Ximena, con una mirada fría que recordaba a la de Lisandro.
—¿En qué falló mamá?
Su pregunta fue directa, golpeando el corazón de Ximena.
—No debería haberte traído aquí, debí prote