Lisandro no mostró ninguna simpatía hacia Yazmin. Caminó rápidamente hacia Felicia y la levantó en brazos, diciendo fríamente:
—Señora Soto, mi hija no necesita aprender modales, ni mantener un comportamiento específico. ¡Mi Felicia solo necesita ser feliz, y hacer lo que desee! ¡Los demás no tienen