—Ay, mi pequeño, cuánto sufres, ¡me rompes el corazón!
Lisandro, sin saber qué hacer, sacudió la cabeza.
—Ximena…
Al ver la mirada de reproche y furia de Ximena, sintió un nudo en el corazón.
—Escúchame, necesito explicarte.
—¡Ya basta de explicaciones! ¡Me has vuelto a engañar! ¿Acaso te divierte m