El hombre estaba tan enojado que casi se asfixia. Catalina, apresurada, intentó calmarlo.
—¡Esta niña, qué manera de hablar sin respeto! Confía demasiado en el apoyo de Lisandro y no considera a nadie. Ni siquiera piensa que, si se casa con él, este hombre sería su suegro. —Ximena, mirando a Catalin