Al salir del baño, Lisandro, sin molestarse en secar su cabello, se encaminó directamente a su cuarto.
—Oye, hermano, si no te secas el pelo antes de dormir, te va a doler la cabeza. —Le gritó Sofía.
Pero Lisandro no le hizo caso, entró a su habitación y cerró la puerta de golpe. Sofía, al ver tanto