La manera en que Felicia llamó «tío» a Armando derrumbó en un instante toda la ira que se acumulaba en su interior.
—Pequeña, con mi edad, deberías llamarme «abuelito» no «tío».
Comentó Armando con un semblante serio. La niña, con sus grandes y brillantes ojos, mostró sorpresa.
—¡Pero abuelito se ve