—Mari, Mari, ¡suélten a Mari! —Ximena gritó con desesperación, inmovilizada por sus ataduras.
Antonio intentaba aprovecharse de ella, pero encontró dificultades.
Después de intentarlo durante un buen rato, no logró quitarse los pantalones de Ximena.
Ximena, buscando una salida, habló con un tono más