Ximena no entendía qué lo había irritado tanto.
Ella intentó encontrar una posición cómoda para dormir cuando escuchó a Lisandro ordenar a Teresa que le cambiara de cuarto y que nadie podía visitarla.
Una vez en la nueva habitación, Ximena se recostó y observó a los dos guardaespaldas vestidos de negro fuera de la puerta.
Al principio, quiso preguntar a Lisandro de dónde había sacado a esos hombres, pero al recordar su ocupación y a los hombres que vigilaban el avión, decidió no hacerlo.
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