—¿Cómo que me volviste a pedir comida?
—Me preocupaba que al mediodía volvieras a comer algo sin nutrientes —la voz magnética de Lisandro sonó desde el teléfono, sonando especialmente encantadora.
Ximena, con la punta del pie dibujando en el suelo, dijo: —Tú comes comida en caja en casa, y yo como platos gourmet fuera, ¿siento como si te estuviera maltratando?
—Tú eres el sustento de nuestra casa, tú come bien y gana más dinero, para que me puedas mantener.
—Está bien, te mantendré —Ximena c