* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * *
—Eres un completo imbécil, Bayá —insulta Ramsés; y yo no puedo refutarlo.
Era cierto; había sido un completo imbécil. Yo debí ser el que no actuara impulsivamente y detener todo lo que ya había pasado en su momento, pero..., pero no lo había hecho y había sido porque... no quise, no quise parar. El haberla visto expuesta ante mí fue suficiente para que aquel deseo, que no sabía que existía, se apoderara de mí y de mis instintos y... no pensé en más que hacerla mía de todas las formas posibles y sin medir mi rudeza.
—Si hubiese sabido que era virgen, yo...
—¿Tú qué? ¿Te habrías detenido? —inquiero molesto; y yo guardo silencio, ya que no es lo que habría hecho.
Estaba ansioso, estaba deseoso y ella..., dios ella era muy atractiva, así como exasperante y... yo creí que también lo quería.
«Carajo, eso no puede estar pasando», me regaño en silencio.
—¿Cómo está ella?
—No lo sé —contesto extrañamente desanimado—. Me pidió que saliera de su