Mientras Sofía se duchaba Nana bajaba a prepararle su desayuno.
¡Ring, ring!
-¿Diga?
-Nana, soy yo... Michael. Te llamaba para avisarte que iré temprano a comer con Sofía, ella no lo sabe, no le digas, además tendré una reunión en la noche con Ashley en casa, necesitamos planear todo muy bien para evitar sorpresas e inconvenientes.
-Realmente ¿cree que sea conveniente?
-No tengo muchas opciones Nana, es eso o en un hotel a su merced, no puedo arriesgarme, ahora menos que nunca.
-Está bien, lo esperamos para comer entonces...
-Claro, otra cosa...
-Dígame señor.
-¿Podrías cortar una docena de rosas?
-Claro, ¿dónde quiere que las coloque señor?
-Dáselas a Sofía. Bueno, tengo que volver al trabajo, nos vemos más tarde Nana.
-Sí señor.
Duuuuu...
Colgó, se sentía avergonzado de que Nana supiera que quería darle flores a Sofía, nunca había hecho, se sintió como un tonto y cursi adolescente.
(Vaya, por fin descubrió que para que una mujer lo ame primero tiene que amarla él.)
Antes de que Sofí