Desde que se habían entregado por primera vez, Sofía no podía resistirse ante el deseo de estar con Michael a pesar del cansancio.
-¡Mmm! ¡Uugh! ¡Mmm!
Michael recorría su piel con sus manos, mordía, lamía, acariciaba.
-Mic... ¡Oh por Dios! ¡Niños!
 -...
 -¡Oh!
Eliss la madre de Michael entró sin avisar sorprendiéndolos en el acto.
 Sofía se puso pálida como una hoja y como pudo se cubrió con los brazos, Michael buscó con desespero su vestido y se lo colocó, todavía en el marco de la puerta, Eliss se cubría los ojos fingiendo indignación y soltando algunos regaños, aunque por dentro moría de la risa.
-Estos niños. ¡Por favor, la próxima vez cierren la puerta!
 ¿Qué no ven que alguien más puede verlos?
 ¿Acaso no tienen recámara?
 La oficina se inventó para trabajar.
 No quiero ni imaginarme cuántos rincones de esta casa han sido profanados por ustedes.
Después de oír las palabras de Eliss, Sofía no se atrevía a mirar.
 Prefirió quedarse sentada sobre el escritorio mientras le hacía señ