—¿Qué haces aquí? —preguntó tajantemente el chico intentando zafarse del agarre de la mujer, pero ella fue insistente se colocó entre Renella y él, se puso en puntillas y le besó el cuello, mientras hablaba con una voz suave.
—¿No estás contento de verme? —se extrañó ella.
—¡No! ¿Por qué me contenta