Capítulo IV. “Primeros problemas en el paraíso. Orgullo de herederas.”

Miriam.

Después de haces el amor varias veces en la ducha y mientras nos secábamos sobre el aparador del baño, la cena se había quedado fría y tenía que recalentarla, le advertí a mi esposo que no se le ocurriera bajar hasta que no le llamar, mientras volvía a calentaba la cena, porque si no, mis esfuerzos de hoy en la cocina se irían a la basura, ya que no creía que mi cena aguantase otro golpe de calor y supiera igual, ni yo, dado el estado que estaban mis músculos de todo mi cuerpo, y el temblor de mis piernas no ayudaban, después de varias horas de sexo enérgico, Todo ello sin alimentar mi cuerpo, ni saciar mi sed de agua, de lo otro estaba más que saciada.

Mientras bajaba las escaleras, notaba como me costaba caminar, mis piernas estaban lánguidas, como perezosas, y doloridas, pero no era igual que como al dia siguiente que hicimos el amor por primera vez, que parecia un robot caminando, muchas veces Kevin tuvo que llevarme en sus brazos.

El peor momento fue, cuando entramos en
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