Me había despertado temprano por los rayos de sol que entraban desde la ventana. Me coloque mi bata de dormir y me acerque al pequeño balcón que tenía la habitación. Apenas podía ver el amanecer, apreciarlo y admirarlo. Nunca jamás había visto algo tan bello e irreal.
Recargué mis brazos en el barandal y seguí admirando. Tenía que ser fuerte sobre esto, no quería enamorarme.
-Es precioso ¿No?- no lo sentí llegar y di un salto por el susto. Me abrazo de la cintura y coloco su cabeza en el hueco de mi cuello. En esa zona deposito un ligero y húmedo beso.
-Si, realmente espectacular.-las palabras salieron apenas audibles de mi boca. Estas cosas me desconcertaban un poco.