Cuando llegaron al restaurante ya la mayoría estaba ahí, Andrew la buscó con la mirada entre el grupo y como los días anteriores la vio bajar del carro de su papá.
Vestía unos jeans que se amoldaban perfectamente a su figura y una linda blusa azul, ella es una chica muy femenina, un maquillaje delicado, sus labios rosa y su cabello tomado le daban un toque casual pero elegante, Andrew quiso olvidarlo todo y por un segundo pensó en besarla ahí mismo, pero entendía que debían hablar y también trabajar.
Acercándose despacio sin que ella lo notara le dijo suave al oído —Buenos días, Camila… te ves muy linda hoy.
Ella lo miró, sonrió y mientras los colores le subían al rostro bajo la mirada.
—Te parece si hablamos a la salida, después te llevo a tu casa —le preguntó bajito.
Ella sólo asentó con la cabeza acompañada de una dulce sonrisa —recuerda que a esa hora el tren va…
—No te preocupes por eso —le respondió mientras le guiñaba un ojo.
Andrew no recordaba haber sentido un día tan larg