No debería haber vuelto

Había llegado el fin de semana y por fin Ana tenía algo de tiempo libre desde que empezó a trabajar con Carlos.

Aprender a llevar un hotel no fue fácil, pero él le enseñó con mucha calma y paciencia. A veces sentía una cierta mirada procedente de él, pero siempre pensaba que podía ser sólo una impresión suya.

"Hoy es el día que vas a visitar a tu madre?"

Ana habló con Clara por teléfono.

"Creo que he evitado lo que tenía que evitar."

Hacía diez años que Ana no tenía contacto con su madre, ya que se había negado a hablar con ella desde la muerte de Sara.

Quizá esa sea la razón principal por la que Ana sigue sintiéndose culpable a pesar de que intentó hacerlo lo mejor que pudo en aquella situación.

"No importa lo que veas u oigas, que sepas que no eres culpable y que yo estaré aquí para lo que necesites, te quiero."

"Yo también te quiero!"

Ana sabía que no sería fácil conocer a su madre, pero no podía evitarlo eternamente.

"Ánimo, Anna!"

intentó animarse.

Cuando llegó a la vieja casa que solía ser su hogar, sólo encontró a Joana, el ama de llaves.

"Señorita Anna!"

Joana empezó a trabajar para la familia cuando nació Ana, por lo que le guardaba un cariño especial.

"Joana, ¡cuánto tiempo!"

Ana la abrazó y después de tanto tiempo sintió lo que es volver a estar en casa.

"Tu padre no está aquí."

"No he venido a verle a él, pero mi madre, ¿está aquí?"

"Tu madre?"

Ana se dio cuenta de que Joana empezó a actuar de forma extraña después de preguntarle por su madre.

"Ha pasado algo que yo no sepa? ¿Joana?"

Al ver que Joana no contestaba, Anna subió y encontró la habitación de Sara abierta.

" Nada ha cambiado."

En el escritorio había un retrato de los dos y Anna lo cogió.

"Era tan hermosa!"

No pudo evitar emocionarse al verlos en esa foto.

" ¿Quién es?"

Al oír la voz, su corazón se aceleró y todo su cuerpo se estremeció.

Ana se giró para ver al dueño de aquella voz que durante tantos años anheló escuchar, aunque fuera por teléfono, pero que en ningún momento ese deseo se hizo realidad.

" ¿Quién es? ¿Qué haces en la habitación de mi hija?"

Aunque estaba cara a cara con su madre no la reconocía, en cambio Ana no olvidaba ningún rastro de su rostro.

"No me gusta que la gente entre en la habitación de mi hija sin ser invitada, y no me gusta que husmeen en sus cosas."

Marta le quitó el portarretratos de las manos y lo volvió a colocar en su sitio.

Antes de que pudiera decir nada, su padre entró en la habitación.

Le dijo: "¡Ana!"

El rostro de su padre mostraba sorpresa y preocupación

"Eres Ana? Eres Ana?"

" Sí mamá, soy yo, tu hija."

Sin darse cuenta Ana solo lo sintió cuando su madre la abofeteó.

"Cómo te atreves a volver aquí? Cómo te atreves a entrar en la habitación de mi hija después de lo que has hecho? Fuera de aquí! Fuera de la habitación de mi hija!"

Marta no paraba de gritar dejando a Ana sorprendida y asustada ante aquella situación.

Su padre la cogió de la mano y le pidió a Joana que calmara a Marta.

"Por qué no me dijiste que venías?"

"Me lo imaginaba... ¿qué está pasando? Por qué mamá es así? No tiene buen aspecto."

Se dirigió de nuevo hacia su madre, pero su padre la detuvo y lo único que pudo oír fue a su madre llamando a Sara.

" No vayas... tu madre no quiere verte."

"Qué debo hacer entonces? Diez años sin verla y lo único que recibo es una bofetada. ¿Qué pasa, papá?"

"Desde la muerte de tu hermana, tu madre no ha sido la misma... Algunos días sufre estos ataques y otros vive en un mundo creado por ella misma."

"La has llevado a un profesional?"

"Sí, y me dijeron que la dejara en el hospital, pero no puedo hacerle eso a su madre, no puedo hacerle eso a la mujer de mi vida. Así que la he estado cuidando en casa con la esperanza de que algún día pueda volver a ser lo que era."

"Por qué no me lo dijiste antes?"

"Y qué ibas a hacer? Mira cómo se puso tu madre nada más verte."

"Tienes razón, no debería haber venido... Ni siquiera creo que debería estar vivo."

Salió corriendo del que un día fue su hogar y donde había vivido tantos buenos momentos. Su padre quiso llegar hasta ella, pero debido a su edad y a su estado no pudo.

Ana caminó toda la tarde por las calles hasta que por la noche decidió volver al hotel donde encontró a Carlos esperándola.

"Ana!"

Al ver que parecía distraída, la agarró del brazo, asustándola.

" Lo siento, no quería asustarte, pero te llamé y no me oíste."

"Hay algún problema en el trabajo?"

Carlos se dio cuenta de que algo pasaba y aprovechó para llamarla para salir.

"No! Es sólo que como hace tiempo que no vienes al país, pensé en llamarte para tomar algo."

" Gracias, pero no bebo."

"Por tu cara, creo que una cerveza te ayudaría."

"Es tan obvio?"

"Sí, pero todos tenemos días buenos y días malos, lo importante es no dejar que los malos estropeen los buenos. Vamos, yo invito."

Ana no bebía debido a las drogas que solía tomar, pero ese día lo único que necesitaba era un hombro y tal vez mucho alcohol.

"Por qué no?"

Espero que os guste, es uno de mis bares favoritos.

" No suelo ir a bares."

"Y qué haces para divertirte?"

"Trabajo, voy al cine, a restaurantes y hablo con mi mejor amiga."

"Y desde cuándo trabajar es un buen momento?"

"Mientras te haga olvidar un poco tu vida."

Carlos tenía curiosidad por saber qué había pasado, pero no quería preguntar por si ella decidía marcharse, no porque estuviera preocupado sino porque quería aprovechar la situación para acercarse un poco más a ella.

"Entonces, a beber! Camarero, dos de las bebidas más fuertes que tenga."

"Su petición es una orden, Sr. Carlos."

Mientras se preparaban las bebidas, él la observaba.

" Tengo la sensación de que ha ocurrido algo grave, pero no sé si debo preguntar al respecto."

" Prefiero no hablar."

"Está bien. Dime, ¿tienes novio?"

"No!"

"Por qué no?"

" Desde mi último compromiso prefiero estar sola."

"Tan decepcionado estás?"

"Aquí están sus bebidas, jefe."

"Gracias, señor. Toma, bebe un sorbo."

Ana hizo lo que él le dijo e inmediatamente su expresión cambió.

"Quema! ¡Dios mío, quema! Es muy fuerte."

Carlos se rió de su reacción.

"De qué te ríes? Camarero, traiga otro igual."

"Estás borracho? Estás bromeando, ¿verdad?"

Carlos no podía creer que pudiera emborracharse en tan poco tiempo y con tan poco alcohol.

"No puede una mujer emborracharse? Sólo un hombre podría? Pensé que eras como los demás, un hombre malo!"

"Y estás borracho de verdad!"

Ana bebió uno, dos, tres, cuatro...seis...siete y cuando estaba a punto de beber el octavo trago Carlos la detuvo.

"Deja de ser aburrido!"

"No puedes, es suficiente!"

Carlos le quitó el vaso de la mano, pero Ana lo cogió.

"Dije que no puedes!"

Gritó, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Me gritaste?"

"Lo siento, ¿vale?"

"No me grites!"

Le gritó llamando la atención de todos los presentes.

"Vamos!"

"No me iré hasta que termine mi bebida."

"Toma, sólo éste!"

Vio que no serviría de nada impedirle beber y se limitó a entregarle el vaso.

"Ahora podemos irnos. Opaaa!"

Ana perdió el equilibrio, pero antes de que pudiera caer Carlos la sujetó.

"De dónde ha salido este hombre tan guapo? Tienes novia? Si no, puedo ser la tuya"

Todos los miraron con extrañeza, haciendo que Carlos saliera de allí lo más rápido posible.

La llevó a su coche y pidió a su chófer que los llevara al hotel donde se alojaba, pero desistió a mitad de camino y la llevó a su piso.

Inconsciente, Ana fue llevada al salón del piso de Carlos, donde la tumbó en el sofá del salón.

"Qué debo hacer contigo?"

se preguntaba mientras la miraba dormir.

Carlos no sabía si podría acostarse con ella, así que aprovechó que estaba borracha y la llevó a su habitación y la tumbó en su cama.

"Dónde estoy?"

Durante un breve instante, Ana abrió los ojos y le miró fijamente. En ese momento Carlos sintió que se le ponía la piel de gallina por todo el cuerpo.

"Elías!"

Ana lo confundió con su ex novio y lo besó.

Cuando sintió los labios de Ana sobre los suyos la apartó y con el dorso de la mano derecha le limpió los labios.

"Está haciendo calor!"

En ese mismo momento Ana empezó a desnudarse, dejándose sólo las bragas y el sujetador.

En ese momento Carlos tuvo la brillante idea de fingir que había pasado la noche con ella.

Carlos se tumbó a su lado y la acercó a él, apoyando su cabeza en su pecho.

Aquella noche parecía no tener fin y nunca antes, mientras estaba con una mujer, había deseado que la noche pasara tan rápido como en aquel momento.

Ya casi se estaba quedando dormido cuando sintió que ella se movía y decía unas palabras.

No entendía lo que decía, pero pudo ver algunas lágrimas goteando de sus ojos.

Carlos se acercó para oír mejor lo que ella intentaba decir, pero se sobresaltó cuando ella abrió los ojos.

"Carlos!"

Pensó que gritaría al verle, pero se sorprendió cuando le abrazó.

" No debería haber vuelto, verdad?"

Ella cerró los ojos y volvió a dormirse dejándole desconcertado por aquel abrazo.

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