Tengo Una Familia
Dimitri, al ver esta conexión tan pura entre madre e hijo, bajó la mirada, un atisbo de respeto apareciendo en su rostro. Ilya lo observó; había algo en su padre, algo más suave cuando miraba a la mujer que, a pesar de su naturaleza dominante como hembra alfa, había dejado que su amor de madre floreciera e Ilya, aunque herido y agotado, sintió una oleada de gratitud y amor por quienes le dieron la vida y por un momento, lo desconectó de todo lo demás.
Eran sus padres y él tenía lo mejor de ambos mundos. Y, por fin, el joven entendía la profundidad de su sacrificio y el regalo de tener sus dos linajes.
Ilana miró nuevamente a su madre, su mano tocando su rostro con suavidad, sus dedos recorriendo su mejilla y deslizándose hasta su cabello, con la misma ternura que había mostrado cuando él era un niño.
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