Elizabeth.-
Nora, Joel y yo vemos con ternura a Mila saltando de felicidad por la noticia del bebé, Zeus también está feliz porque no deja de ladrar y saltar alrededor de nuestra pequeña.
Después de conversar con Joel decidí volver a mi hogar y está vez para quedarme por siempre, tenía todo lo que siempre he querido. Hice que un hombre reacio al matrimonio adorara tenerme a su lado y convertirse en padre. Estoy segura que será el mejor.
— ¡Santo Yisus! ¿con qué alimentan ustedes a esta niña? –río al ver a mi amigo tumbarse a mi lado –. Por cierto, hay algo que no he dicho, llamé a tu papá y le conté lo que había sucedido.
— ¿Qué? –la sonrisa se me borra de inmediato – ¿por qué hiciste eso Joel? –pone sus manos frente a él en modo suplica.
— No te enojes, casi… – las palabras se atoran en su garganta – estuviste en medio de mucho peligro, me pareció sensato informarle – lo miré seria, ruedo mis ojos.
— Eres como Bastián, no puedo estar enojada mucho tiempo con ustedes –me abraza