La ciudad amaneció envuelta en titulares. “Incendio en la Torre Cross”

“El magnate entre llamas”

“Heroína anónima salva a docenas en medio del caos”

Las imágenes estaban en todos los noticieros: bomberos trabajando sin descanso, empleados evacuados con mascarillas, y entre las fotografías granuladas, un instante fugaz donde Cyrus Cross sujetaba el rostro de una mujer cubierta de hollín.

Blair apretó los labios al ver la pantalla en la estación. El beso no había sido captado de forma clara, pero la proximidad, el gesto demasiado íntimo, era evidente para cualquiera que supiera leer entre líneas.

—Eso va a dar de qué hablar —comentó un compañero, lanzándole una mirada curiosa.

Blair se limitó a ponerse el casco, fingiendo indiferencia.

—La prensa siempre exagera. —se encogió de hombros para restarle importancia al asunto.

Pero en el fondo, su corazón latía con fuerza. Ese beso la perseguía como un incendio silencioso, uno que no podía apagar ni con mil litros de agua.

Cyrus, en cambio