CAPITULO 14 CASA EN LA PLAYA

Benjamín frunció el ceño. “¿No crees que es extraño?” Se levantó del sillón. "Dijiste... desde el día que la déjate en su departamento”.

"Si, ¿Por qué?” Damián lo miro extraño.

“¿No recuerdas que ella te recogió en el bar?”.

Damián se quedó pensativo, el alcohol hizo estragos en él, al día siguiente no recordó nada, solo despertó desnudo, pero había imágenes y fragmentos de un sueño en donde … Alba estuvo con él… < ¿Por qué se fue?>. Pensaba Damián.

Reviso su teléfono y no había llamadas de Alba, intento comunicarse, pero está fuera de servicio, esto se le hizo extraño y llamo a la oficina, Valeria le dijo que estaba de viaje y no regresaría en una semana. Ella no quiso decirle a donde y Damián se enojó.

Alba llego al aeropuerto un hombre mayor ya la esperaba con un letrero en sus manos.

“Hola, soy Alba María”. Ella saludo al hombre cortésmente.

“Buen día señorita mi jefe me pidió que la recogiera”. La ayudo con su maleta y subieron al carro.

En el camino Alba observaba todo a su alrededor, Manzanillo era un lugar muy hermoso y tranquilo, el coche subió una loma, la carretera era angosta de dos vías y podías ver el mar en el camino, cuando llegaron al final de la colina observo una gran mansión rodeada de grandes muros de piedra y un gran portón de forja muy alto, al estar frente al portón, una persona lo abrió de par en par, el coche entro y se estaciono en la entrada.

En la puerta de la mansión había dos personas esperándola. Un hombre y una mujer ya mayores le sonreían a Alba.

La mujer mayor se acercó para abrazarla. “Bienvenida”. Alba devolvió el abrazo un poco avergonzada, la señora estaba muy feliz de verla y ella ni siquiera la concia.

El hombre mayor se acercó. “Señorita Alba, espero que le agrade la estancia con nosotros, mi nombre es Felipe Vasco y ella es mi esposa María Vasco”.

“Mucho gusto soy Alba María”.

La mujer se alegró y chillo. “¡Claro que eres Alba María!, tu madre y yo fuimos muy amigas en la escuela, pero nos mudamos y ya no pude contactarme con ella”.

Alba sonreía. “¿En serio, era amiga de mi mamá?”.

“Si, fue hace mucho, pero ella siempre me repetía que si tenía una hija le pondría mi nombre”.

Alba se quedó impactada, su nombre María era por la mujer que tenía en frente.

“Bueno, Bueno pasemos a la casa, hablemos adentro”. El señor Felipe las insto a entrar.

Todo entraron y en la sala estaba una chica de unos 20 años usando su teléfono, miro a Alba y se puso de pie. “Hola, soy Fernanda, puedes decirme Fer”.

“Hola, soy Alba”. Estrecharon las manos.

El señor Felipe le mostro la casa y la señora María la llevo a su habitación. “Espero que te guste, ya hablaremos más adelante de tu madre”.

“Si”.  Alba observaba la hermosa habitación que tenía una vista al mar increíble.

El señor Felipe le dijo. “Hablaremos de negocios más tarde, en una media hora es la comida, descansa un rato”.

“Si, muchas gracias”. Alba llamó a Valeria y le contó todo, sintió que esta gente era muy agradable.

Media hora después Alba bajo y los encontró a todos acomodándose en la mesa. “Ven Alba siéntate aquí”. La señora amablemente la invito a la mesa, cuando estaba a punto de sentarse un hombre joven alto y delgado entro al comedor, su cabello era castaño y de piel aperlada sus ojos eran negros, llevaba un traje negro y camisa blanca, camino hacia la señora María quitándose la corbata y el saco.

“Hola mamá” Beso la frente de su madre.

“Hijo, es bueno que te des tiempo de comer con nosotros”.

El asintió y notó a Alba, la miro, por unos segundos se quedó perdido en esos ojos color miel, era realmente hermosa.

Alba lo miro y sonrió asintiendo.

La señora María los acerco. “Hijo recuerdas la diseñadora de la que te hable, es ella, Alba María”. Estrecharon sus manos.

“Hola, soy Ernesto Vasco”.

Alba le sonrió alegremente. “Hola un gusto”.

Todos comían y conversaban de la vida de Alba y su madre, la señora María platicaba anécdotas de cuando eran niñas, Ernesto no dejaba de mirar a Alba, le gusto desde que la vio.

El señor Felipe habló. “Alba, queremos remodelar unas pequeñas casas de renta que tenemos en la playa, mi esposa vio tu trabajo en el edifico ALCA y quedo enamorada, cuando se enteró de quien eras hija estaba más emocionada”.

“Gracias don Vasco, tengo la propuesta y las muestras en mi habitación, si gustan después de terminar la comida podemos hablar de los detalles”.

Felipe miro a Alba y a Ernesto. “Mi hijo es el encargado de los negocios de la familia, discutirán juntos el proyecto y él te llevara a ver las casas”.

Por la tarde, Ernesto y Alba resolvieron la propuesta, se entendieron perfectamente, al día siguiente, la llevo a una de las casas, era muy bella y pequeña pero acogedora, construida a la orilla del mar podías disfrutar de una gran vista.

Después de terminar de revisar las muestras y los diseños, disfrutaron de la playa, caminaron juntos por la orilla conversando de sus vidas.

Alba disfrutaba de su compañía la hacía reír mucho, era muy gracioso y entretenido.

“Oye Alba, puedo preguntarte algo muy personal”.

Alba se detuvo. “Claro”.

Ernesto se puso frente a ella. “¿Eres... soltera?”.

Ella lo miró fijamente y sonrió tristemente. “La verdad… no lo sé…”

El frunció el ceño. “No entiendo…”

“Mi prometido no ha querido hablar conmigo desde hace días por un malentendido… es por eso que no lo sé”. Ella lo miraba se sentía a gusto con él. “No sé qué pasara cuando vuelva a México, a lo mejor terminaremos o arreglaremos las cosas, la verdad... no lo se...”. Le dijo mientras lagrimas caían de sus ojos.

Ernesto entendió y acaricio su hombro. “Vaya, no quería importunarte”.

“No, está bien, creo que necesitaba sacarlo”. Ella le sonrió.

Ernesto le limpio las lágrimas. “No sé qué paso, pero si fuera yo, nunca te dejaría ir”.

Alba lo miro atentamente no esperaba esa declaración, sus palabras…

Él sonrió al ver la reacción de Alba. “No te asustes, eres muy hermosa y la verdad es que hasta yo estoy asustado, no creo… bueno no creía en el amor a primera vista”.

Alba se disculpó. “Ernesto yo no puedo… en este momento yo…”

Ernesto sonrió. “Calma, no quiero que esto afecte nuestra relación, podemos ser amigos, nunca me metería en una relación, mucho menos me aprovecharía de la situación”.

Alba asintió y Ernesto cambio la conversación hablándole de la playa y de la ciudad.

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