4. EL ENCUENTRO

Alexa y Cristopher llegaron al sitio donde harán la construcción, pero para sorpresa de ambos, el lugar está habitado por personas.

— ¿Cómo es posible que el Sr. Sanders me haya dado las escrituras de terrenos donde aún viven personas? aquí no podemos construir nada. Debo llamarlo y hablar con él inmediatamente - comenta desconcertada Alexa.  

— Alexa, si ese Señor te dio las escrituras de estos terrenos significa solo una cosa: pretende desalojar a estas personas de aquí, y adivina a quien hará que los corra de este lugar. 

— ¿QUÉ? ¿crees que hará que yo saque a estas personas de aquí? a muchos de ellos los conozco desde que era una niña. siempre han sido nuestros vecinos.

— Pues seguramente es lo que hará que hagas.

— debo llamarlo ahora mismo — Responde mientras saca su teléfono y llama al Sr. Sanders, quien le atiende rápidamente.

— Aló, Srta Alexa ¿a qué debo su llamada? Pensé que hablaríamos a mediados de la semana para elegir el dia del comienzo de la obra.

— Sr. Sanders — habla en un tono muy serio — he venido junto al topografo de mi empresa para ver y evaluar el suelo donde se hará la construcción pero resulta que el lugar está habitado por personas.

— ¡Ah! Es eso. Verás, ese terreno es mío y esas personas están invadiendo mi propiedad. El juez ya dictó una orden de desalojo, la cual le envié a cada uno de ellos — responde tranquilamente — tienen hasta mitad de semana para salir del lugar.

— Pero estas personas tienen años viviendo en este lugar ¿Cómo es eso posible?

— Bueno, la mitad del terreno era del estado y yo lo adquirí, la otra mitad tenía hipotecada sus casas y yo las compre. Sólo hay una por la cual aún estoy haciendo ofertas de compra pero su dueño se rehúsa a vender.

— ¿Si? ¿Cuál casa es esa? — pregunta con curiosidad.

— La casa del Sr. Evans.

A Alexa le recorre un frío por la nuca al escuchar aquello. Esa es la casa del papá de Sebastián, la misma que quedó abandonada desde aquel día en que él la dejó plantada en el altar de la iglesia del pueblo << amaré demoler esa casa, ojala el Sr. Sanders logre comprarla para hacerla añicos >> piensa Alexa.

— Cualquier novedad con respecto a esa casa se la haré saber. Sin embargo, el resto de personas debe desalojar el lugar para poder empezar la construcción de nuestro proyecto.

— OK. Esta bien — responde fría y cortante la chica, quien tranca el teléfono en seco.

— ¿Y? ¿Qué te dijo? — pregunta Cristopher.

— Dice que la mitad de este terreno se lo compró al estado y la otra mitad la adquirió pagando las hipotecas de los dueños... No hay nada que podamos hacer, todas estas personas se quedarán sin hogar esta misma semana.

— Es una lástima... Lo que aún no entiendo es ¿porqué el Sr. Sanders quiere construir su casa aquí? Es un lugar apartado y este pueblo no es tan grande — dice Cristopher.

— Además, antes me dijo que no quería adquirir ningún terreno en la ciudad porque seguramente tendría que demoler el lugar para luego construir y eso representaría más gastos. Aún así, aquí se deben demoler decenas de casas para poder llevar a cabo el proyecto — agrega Alexa — eso es más difícil y caro aún.

— Bueno, los ricos y sus caprichos incomprensibles — sonríe el chico — tú debes saber de eso Alexa.

— Ya cállate Cristopher — dice la joven mientras camina a la camioneta y se sube en ella para volver a casa de su madre - Sigo siendo la misma con o sin dinero y lo sabes.

En el camino la joven pasa por en frente de la casa de George, el chico que la ayudo en la iglesia el peor día de su vida. 

Al pasar en el auto ve que hay alguien trabajando en frente de la casa, el hombre está sin camisa, sudoroso y con sus perfectos músculos al aire y Alexa siente cómo sus ojos no se pueden despegar de encima de aquel tipo.

— ¡Alexaaaa! ¡CUIDADOOO! — le grita Cristopher haciéndola volver en sí y mirar hacia el frente.

La chica frena bruscamente para no atropellar a un pequeño niño que iba manejando en su bicicleta en medio de la calle.

— ¡Hey! ¿Estas bien? ¿Qué te pasó? — pregunta desorientado Cristopher — ¿te sucedió algo? ¿Te mareaste o que cosa?

— No, no no, yo estoy bien. Sólo me distraje un segundo.

El hombre con el que había estado distraída Alexa sale corriendo hasta el sitio del casi accidente y toma al niño entre sus brazos para calmarlo. El pequeño había caído de su bicicleta a causa del susto que le había provocado el fuerte frenazo de la camioneta que se escuchó en medio pueblo.

— ¿ESTÁS LOCA? ¡Casi atropellas a mi hijo! — exclama eufórico el hombre.

— ¡¿George?! — es la respuesta que atina a dar Alexa — ¿eres tú?

El hombre la mira con cierta curiosidad pero aún enojado.

— ¿Cómo sabes mi nombre? — responde el tipo.

— Soy yo... Alexa ¿te recuerdas de mi?

— ¡¿Alexa?! — el hombre hace una pausa — Es un gusto verte después de tanto tiempo, pero deberías tener mas cuidado.

La chica se baja del auto y se disculpa con su viejo amigo, quien no le presta mucha atención y recoge la bicicleta del niño.

— ¿Es tu hijo? — pregunta Alexa.

— Eso fue lo que te dije antes — responde George.

— En verdad lo siento mucho — responde Alexa quién aún sigue buceando entre las líneas de cada musculo del pecho descubierto de George.

— Sólo ten más cuidado Alexa, podrías atropellar a alguien por estar distraída — le responde mientras toma sus cosas, da la espalda junto con el niño y se va del lugar hacia su casa.

— <<Soy una idiota >> piensa Alexa mientras lo ve alejarse << pero si que está hermoso >>

— ¡Hey! ¿Qué fue eso? — pregunta Cristopher apenas Alexa se sube al auto.

— Lo conozco de antes.

— Pero al parecer nunca lo habías visto así.

— ¿A qué te refieres? — pregunta ella desconcertada.

— Pues estabas babeando completamente por el. Si ni fuese sido por qué casi atropellas a ese niño, aseguraría que te lanzarías encima.

— ¡¿QUEEE?! Claro que no. Te equivocas — responde nerviosa.

— Si claro. Debería de prestarte un pañuelo para que te limpies la baba que botaste al verlo... ¿Fue él quien te distrajo? ¿Cierto?

— obvio que no. Además ¿porqué estás tan interesado en saber? Parece que estuvieses celoso — esta vez Cristopher es quien se queda en silencio.

Ambos vuelven a casa. Cenan junto a los padres de Alexa y duermen. A la mañana siguiente se levantan y realizan su rutina para luego volver a la ciudad.

— Mamá, ayer vi a George... Está muy cambiado.

— Si, hace un mes volvió al pueblo para quedarse.

— Vi que tiene un niño.

— Si. Su esposa murió, creo que por eso está de vuelta.

— ¿Que? Eso es algo muy triste — responde — <<Sería la mamá de ese niño con gusto >> se dice a sí misma mientras recuerda a George sin camisa << ¿qué rayos estoy pensando? >>

— Ya debemos irnos Alexa — dice Cristopher mientras sale con su mochila colgada al hombro.

— Es cierto — responde ella — ya nos tenemos que ir mamá.

— Está bien hija. Entiendo. Ojalá puedas volver pronto.

— Si, antes de que te des cuenta estaré de vuelta. Iré a despedirme de mi papá.

Alexa se despide y junto con su compañero salen de la casa, suben al auto y emprenden nuevamente su retorno. 

Casi están por salir del pueblo cuando la chica ve a lo lejos un auto rojo que viene por el camino con dirección al pueblo.

<<Odio los autos rojos >> se dice así misma. 

Antes de que lo prevea tiene que orillarse para darle paso al auto, ya que la vía de entrada y salida del pueblo es muy angosta y ambos autos no pasan.

El auto se acerca lentamente y pasa junto a su costado poco a poco. Su sorpresa es grande cuando ve que quien conduce el auto es Sebastián; si, el mismo que la dejó plantada y al que no veía desde aquel fatídico día, se encontraba pasando frente a sus ojos junto con Cristine, su ex mejor amiga a la cual llevaba de copiloto. 

Alexa se quedó congelada por unos segundos, sus manos se pusieron frías y ardían de rabia al mismo tiempo. El furor se vio en su mirada, la cual conducía a cualquiera hacia un abismo oscuro y sin fin. Su rostro palideció y una lagrima salió de su ojo izquierdo y bajó por su mejilla. 

Pocos segundos después limpió su mejilla y volvió en sí para que Cristopher no se diera cuenta. Sin embargo, le fui imposible cambiar su semblante o detener el ritmo acelerado de su corazón.

Alexa vio pasar antes sus ojos a los dos traidores más grandes en su vida. La chica aceleró en auto y no se detuvo hasta llegar a la ciudad. El camino de hora y media se volvió un trayecto de poco más de cuarenta minutos ¡Así de rápido manejo! Todo si decir una sola palabra, algo que no pasó desapercibido para Cristopher.

¿Qué habrá pasado por la cabeza de Alexa al ver a su ex novio y a su ex amiga?

¿Habrán resurgido sentimientos ocultos o habrá nacido su sed de venganza?

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