La gran mansión Mendoza quedó en silencio por unos momentos, solo se podía escuchar el llanto desgarrador del niño Steven, era lastimoso de ver
Quédate tío Ulises, mi primo Steven te a extrañado mucho, de hecho queríamos proponerles a papá y a ti cuando regresaras que fuéramos a acampar al enorme jardín de los abuelos, asaremos malvaviscos en una fogata y contaremos cuentos se terror, anda anímate, no debes tener miedo, papá te va a cuidar, el nunca dejará que te coma un monstruo
¿Y si el monstruo es él? susurró Emilio bajó, pero sus padres y Alejandrina lo escucharon, Ulises leyó sus labios y se molestó, él no necesitaba que su hermano lo protegiera
Emilio no iba a desacreditar la invitación de su hijo hacía su tío, él no tenía por qué quedar en medio de las rencillas de los adultos, no quería envenenar con rencor el corazón noble de su pequeño
El matrimonio Mendoza se quedó sin palabras, su nieto era un niño un poco más extrovertido de lo que fue Emilio, más no creían que fuera bu