Vicente asintió.
— Este caso es algo complicado. El hombre era un magnate inmobiliario que construyó el negocio con su esposa desde cero. Pero al inicio del emprendimiento, la esposa trabajó tanto que su salud se deterioró. Cuando la empresa creció, ella se retiró para dedicarse al hogar, pero hace unos años enfermó gravemente y quedó postrada en cama. Tienen una hija que acaba de cumplir dieciocho años.
— Cuando el hombre se hizo rico, abandonó a su esposa legítima y a su hija en su pueblo natal, dejándolas a su suerte, mientras se llevó a vivir a la amante y al hijo de esta a una mansión. Hace poco, le diagnosticaron cáncer y antes de morir dejó un testamento legando todo su dinero al hijo de la amante.
Aunque la esposa legítima llevaba años inconsciente en cama, tenía que luchar por su hija recién adulta.
Por eso habían contratado a Vicente.
Andrea apretaba la carpeta con fuerza.
— Que los hijos de la amante y los de la esposa legítima tengan los mismos derechos de herencia... esta