Aunque no había llorado cuando la maltrataron, ni cuando decidió divorciarse, en este momento Andrea sintió un nudo en la garganta.
Frente a tanto apoyo, no sabía cómo reaccionar.
Confundida, miró a Vicente.
Vicente sonreía, con los ojos curvados como lunas, y le levantó las cejas.
Como diciendo: "¿Ves? Todos te apoyan. No estás sola."
En ese instante, Andrea sintió una calidez interior.
Siempre había pensado que, en su situación actual, encontrar trabajo ya era un golpe de suerte.
Y ahora, rodeada de tantos buenos compañeros, sentía que la diosa de la fortuna la había bendecido.
Andrea se secó las lágrimas que estaban a punto de caer.
Llena de emoción y gratitud, hizo una reverencia a todos.
— Gracias a todos por su comprensión y apoyo. Lamento mucho haber interrumpido su tiempo de trabajo hoy. Me hace muy feliz que me entiendan.
Nora fue la primera en responder.
— ¿Qué estás diciendo? Todos somos compañeros. La gente de casa apoya a los suyos.
Andrea asintió:
— Estoy muy contenta hoy