Ni siquiera me había dado cuenta que Bastián me había llevado a su habitación y tal vez sea porque ambos nos encontrábamos embelesados por el deseo, el sonríe extasiado y yo también. Nos vemos mutuamente a los ojos, sus labios se encuentran enrojecidos e hinchados en exceso por el tiempo que permanecimos besándonos.
—¿Estas segura de continuar?. —cuestiona agitado.
—En estos momentos no estoy segura de lo que quiero . —respondo con torpeza. —¿Y tú?, —¿Te estás arrepintiendo?.
—Yo jamás dudo de mis decisiones mi gorrión. —se acomoda a la orilla de su cama. Sentada permanezco sobre sus piernas mientras una de sus manos acomoda un mechón de mi cabello. —Porque desde que te volví a ver, te deseé como nunca antes lo hice por una mujer.
Al verlo a los ojos note la sinceridad de sus pa