Comencé a tejer mi venganza con precisión quirúrgica.
Primero, necesité una nueva identidad. Robert contactó a su amigo del FBI para crear un perfil impecable:
Susan Harris, asesora de inversiones repatriada desde Londres.
Robert señaló la vacante en su pantalla:
—Los Winston buscan un asesor para inversiones, con tu talento, la tomarás en segundos.
Estudié los reportes financieros de los Winston, sus métodos del blanqueo de dinero eran casi ingenuos.
Con inversiones en arte y donaciones caritativas que canalizaban fondos a las Islas Caimán.
—¿Esta evidencia basta?
Robert dijo: —Para que el FBI investigue, sí. Pero necesitamos pruebas internas.
Sonreí:
—Entonces me convertiré en su trabjadora.
El mes siguiente fue de inmersión brutal. Derivados financieros, leyes tributarias internacionales. Dormía solo cuatro horas al día y el resto del tiempo era estudio.
En el espejo, una mujer irreconocible me devolvía la mirada: maquillaje impecable, traje de diseñador, ojos afilados como cuch