JULIAN
—Baja el arma, hijo de puta —brama el rubio que le apunta a Andrew.
Pero no le respondo, estiro mi mano en dirección a Emma, quien me observa fijamente, sin hacer nada, no encuentro ni un ápice de miedo en sus ojos.
—Ven —tiro de ella—. Es momento de que tú y yo hablemos a solas.
—¡Emma! —exclama el rubio.
—Voy a estar bien —Emma levanta la mano para que se tranquilice—. Julian no me va a hacer nada.
Río.
—¿Cómo estás tan segura de eso? —la tomo por la cintura.
Mi polla comienza a reaccionar a ella, su piel, su olor, es ella, no murió, aún me repito una y otra vez, pensando en las maneras que tengo para sacarle la información que necesito.
El rubio, asiente y odio la complicidad que hay en sus miradas, sigue apuntando con el arma a Andrew.
—Porque no tienes los tamaños para volver a hacerme daño —Emma finalmente me responde.
Me quedo callado, la arrastro hasta la salida, no hay nadie que nos detenga, salimos de la casa y la obligo a subir a mi auto, si a eso se le pue