Rosa…
No puedo dejar de mirarlo. Parece salido de una revista de moda. No puedo creer que eligiera a alguien como yo, una chica normal y corriente.
“Sé que soy guapísimo”, dijo Ashton con una sonrisa burlona, sabiendo que lo estaba mirando como una rara.
“Oh, ¿estaba mirando?”, le respondí con las mejillas sonrojadas, o quizás se debía a que ya llevaba tres copas de vino.
“Oh, Amore”, se rió. “No has dejado de mirar desde que te recogí”. Sonrió satisfecho, como si lo estuviera disfrutando.
Puse los ojos en blanco y me levanté. Agarré nuestros platos y los llevé a la cocina. “Mañana mandaré a alguien a limpiarlo”, dijo Ashton mientras entraba con los vasos.
“No, lavaremos los platos esta noche. No me gusta dormir teniendo la cocina sucia”, dije mientras empezaba a llenar el fregadero con agua caliente y vertía un poco de líquido para hacer espuma.
“Podemos ponerlos en el lavavajillas”, sugirió mostrando el lavavajillas.
“No, me gusta hacerlo a la antigua. Ahora yo lavo y tú sec