Bella…
Insté a las sirvientas a que se dieran prisa con el comedor, ya que estábamos ocupados montándolo. Sólo utilizaríamos los mejores cubiertos y copas de cristal. La mesa debía estar adornada con manteles blancos y manteles individuales rojos. Me movía con elegancia por la sala con un vestido negro que acentuaba mi figura, dejando entrever un poco de escote y pierna. Un pensamiento repentino me asaltó: ‘¿tenemos suficiente vino? ¿Por qué somos siempre tan desorganizados y de última hora?’.
Ace y yo estábamos organizando una cena que prometí sería inolvidable. Habíamos invitado a un gran número de comensales, principalmente familiares. Su llegada era inminente y yo quería que todo estuviera en orden. Como era habitual, Ace evitaba el comedor, plenamente consciente de que mi estado de ánimo podría ser poco agradable. Aunque entendía su razonamiento, no siempre soy así. Agarré una copa y lo inspeccioné en busca de cualquier impureza, antes de dejarlo cuando confirmé que no tenía man