Willow…
Adrian fue a hablar con sus suegros mientras yo limpiaba la mesa. Parecía apagado todo el tiempo que cenamos. No habló mucho y algo me decía que algo malo debió haber pasado. Adrian se me acercó justo cuando terminaba de fregar los platos. “Willow”, me llamó por mi nombre.
Me di la vuelta y lo miré. “¿Sí?”.
“Um, le pregunté a mis suegros si podían cuidar a los niños. Quiero hablar contigo en privado sin interrupciones”.
“Por supuesto, ¿a dónde quieres ir?”, pregunté, sintiéndome nerviosa por lo que quería hablar.
“Vayamos a buscar un helado y luego al parque”.
Asentí y me limpié las manos. “Claro, vamos entonces”.
El viaje en coche fue silencioso mientras nos dirigíamos a la ciudad. Me sentía inquieta sabiendo que Adrian tenía un secreto que contarme y no podía evitar preguntarme cuál era. Paramos cerca del parque y nos dirigimos al puesto de helados. Adrián nos pidió un helado y caminamos en silencio hasta que estuvimos en el parque. Miró al cielo y luego a mí y dijo: