Róbame el Dolor

Su cabeza estaba apoyada en la ventana, en el primer semáforo le hablo a sus guardias, pensaba en muchas cosas y su acompañante estaba en silencio también, aun se preguntaba si el chico era de fiar o si solo mentía.

—Llévenme ahí primero — les dijo y ellos afirmaron—, cuando lleguemos, tú quédate aquí.

—¿Por qué? — pregunto él

—Porque yo lo ordeno— finalizo ella.

Ninguno de los dijo algo mas y al llegar al lugar que la mujer había indicado, el chofer bajo primero para abrirle la puerta, ella bajo de inmediato, se colocó unos lentes oscuros volteando luego hacia el chofer.

—No tardo, por favor vigila todo — pidió a lo que el hombre afirmo en silencio

Frederick se quedo observado a la figura femenina que se perdía en la entrada de ese sitio que se trataba de un cementerio, en un inicio se sintió con una enorme curiosidad, se preguntaba porque ella quería ir a ese sitio, llegando a pensar que visitaba la tumba de su progenitor, algo que de inmediato descarto porque era sabido que la familia Bellic era sepultada en sus propios terrenos.

—¿A quien visita? — pregunto Frederick a los guardias

—Hace diez años la jefa se enamoro de alguien que era prohibido, es de ese hombre la tumba que visita.

—¿Murió hace mucho?

—Ella lo mato — respondió el chofer y Frederick se sorprendió—, lo merecía, él la traiciono primero, aunque no deberíamos estar diciendo esto…

—Igualmente terminara sabiéndolo —dijo el otro guardia—, la jefa es una mujer fuerte por fuera, pero por dentro sigue siendo esa niña herida, aunque no lo diga, no es de piedra y yo mejor que nadie se cuanto amo a ese infeliz…la he cuidado desde que tengo memoria, la conozco como si fuera su padre

—Que paternal — comento Frederick.

—Pues es la verdad, si no lo hubiera matado ella, lo habría hecho yo— el hombre apretó los puños con enojo—, sigo sin entender porque aún viene aquí.

—El corazón de las mujeres es complicado — afirmo el más joven.

—Eres aun muy joven para saber eso— le contesto el guardia

—Si, tienden a hacerme menos por tener veinte años, pero he vivido mucho — aseguro—, yo la admiro, ella era mas joven cuando tomo el poder, todo lo que ha logrado, es impresionante…yo quiero ser como ella.

Los dos mayores se vieron entre si al escuchar las palabras del joven, parecía mas un fan que alguien que podría cuidar de ella y guiarla en sus negocios, sin embargo, habían leído el perfil del joven, era alguien dotado de mucha inteligencia, además, el abuelo de Lana jamás habría aceptado a ese joven si no hubiera visto algo destacado en él, por mucho que perteneciera a la familia Lee, debía tener algo mas que un simple apellido en sus hombros.

Dentro en el cementerio, Lana se encontraba sentada en una lapida en especial, quitando algunas hojas secas que ensuciaban el monumento, era una sepultura sencilla, no podía intervenir mucho cuando fue sepultado, le prohibieron si quiera el acercarse ahí por unos años, cuando finalmente logro ir, maldijo tanto que se quedo sin voz, ahora solo se quedaba en silencio, admiraba la foto del hombre que descansaba ahí.

—Quisiera verte de nuevo — dijo en voz baja—… te extraño tanto…

Silenciosas lagrimas rodaban por sus mejillas, se mordía los labios para no emitir sonido alguno, apretaba las manos sobre su regazo, se sentía mal consigo misma, porque no lograba dejarlo ir, no lo intentaba y por ello se sentía estúpida, todos se burlaban de la mujer que se enamoro del asesino de su padre, que la traiciono a ella también asesinando al fruto de su amor y con esa acción, matándola en vida, aun con todo eso, seguía siéndole devota con su amor, lloraba hasta que se dio cuenta que ya no estaba sola.

Se puso de pie y apunto al intruso, era Frederick que la observaba en silencio.

—Te dije que te quedaras en el auto.

—Lo siento, no pude— declaro él extendiéndole un pañuelo.

—No necesito tu lastima — escupió.

—No es lastima, aunque no me sorprende que actúes de forma defensiva— los azules ojos del muchacho observaron la imagen del difunto—, debió dolerte mucho en su momento, no diré nada de lo que digas, conmigo puedes ser débil si quieres

—¿Qué? — pregunto ella, sorprendida por tal atrevimiento del joven.

—Lo que dije, todos necesitamos un tiempo de vulnerabilidad — saco su teléfono y le enseño su reloj— Yo me doy cinco minutos para llorar.

Lana ladeo la cabeza, cuando escucho eso de repente se puso a reír, había sido algo totalmente inesperado que incluso le quito de golpe su llanto, su tristeza, solo podía pensar que era gracioso que alguien se diera un tiempo especifico para llorar.

—¿Cinco minutos? — pregunto riendo—, es la primera vez que escucho eso

—Pues es la verdad— dijo él—

—¿Y lloras todos los días?

—Algunas veces, a mí también me han roto el corazón — confeso—, una chica del colegio, me uso para darle celos a su exnovio, me convenció de iniciar un negocio con ella de diseño de collares, al final se robo mis diseños y mi inversión inicial, yo la amaba mucho por eso jamás desconfié de ella, pude haberla matado, pero no quise… hice que me pagara de otra forma

—¿Qué hiciste?

—Hice que perdiera toda su fortuna y su familia entera su prestigio, los envolví en escándalos millonarios sobre lavado de dinero, perdieron todo — desvió la mirada al decir eso—, me pidió perdón cuando supo lo que hice, quería “enmendar” todo, pero no lo permití, ahora ella sobrevive como prostituta.

La mujer escucho atenta, se vio reflejada en el chico, se acerco y lo abrazo, algo que tomo por gran sorpresa a Frederick, no esperaba recibir un gesto asi de una dama como ella, se puso rojo, agradeció que por el abrazo Lana no se diera cuenta, se sintió tan vulnerable, tan pequeño, pero a la vez tan calmado que la abrazó de vuelta, rodeando su cintura con los brazos y apoyando su cabeza en el hombro de la fémina aspirando el dulce aroma de su perfume.

A eso deben llamar amor a primera vista, pensó él.

—Vamos — dijo ella rompiendo el abrazo—, tenemos mucho trabajo que hacer — el tono de su voz cambio, era suave, tranquilizador.

—S…si — respondió recuperando la postura.

—Si todo sale bien, te invitare a cenar — le propuso Lana.

Él sonrió amplio, la mujer retomo el camino de vuelta al auto, los guardias los esperaban ya, se sorprendieron al verla volver tranquila, algo que no era común, pero no harían preguntas, en vez de eso abrieron la puerta para que ella y su acompañante subieran, sabían a donde ir después de esa parada asi que no dijeron nada, solo iniciaron la marcha hacia los puertos, tenían que revisar los embarcamientos de armas.

—Jefa, parece ser que el hijo del señor Rivers está esperándola — comento uno de los guardias al ver el auto estacionado del mencionado.

—Si, le pedí que viniera— respondió—

—¿Aun lo sigue intentando? — pregunto el mas grande de los dos.

—Si, pero, en realidad quiero terminar con él, no se…siento que esta buscando algo mas ya en este punto y no me siento lista para casarme — comenzó a decir ella—, Sr. Mars, quiero que se quede cerca de mi cuando hable con Rivers, si algo sale mal necesitare su ayuda, Frederick tú subirás a la oficina para revisar los contratos, asegúrate que todo esté en orden, además que los empleados inspeccionen todas las cajas antes de que bajen de los barcos.

—Si, pero…— dijo el menor

—Yo no tardare— expreso ella con una suave sonrisa.

Bajo primero del auto, el mencionado también, era un hombre de la edad de ella, con la apariencia de playboy, sonreía galante tan solo de verla, Frederick observaba todo desde su posición, no se creía que ese fuera el tipo de hombres con los que Lana salía, tal vez se sentía un poco celoso, mas aun cuando vio que él la besaba.

—Niño— el guardia lo saco de sus pensamientos—, tenemos que hacer lo que la jefa nos ordeno

—¿Es su novio? —pregunto sin parpadear siquiera.

—No, la jefa no tiene novios— dijo el hombre aguantándose la risa por verlo como niño celoso—, no te enamores de la srita Lana, perderás el tiempo, niño, ella tiene corazón de hielo.

—Hasta el hielo mas grueso puede derretirse — dijo antes de tomar el camino a la oficina.

En otra área del puerto, Lana estaba sentada en una pila de cajas, escuchaba al hombre enfrente suyo que le estaba relatando las ventajas de un matrimonio entre ellos, la cantidad de poder que podrían tener si estuvieran juntos en el negocio, además de que podrían engendrar hijos que gobernarían todo.

—Eres demasiado fantasioso— le respondió finalmente

—Por favor, sabes que lo que digo es la verdad, llevamos muchísimo tiempo juntos, lo mas normal es que tomemos el siguiente paso — decía el hombre paseándose de un lado a otro.

—Nunca hemos estado juntos, solo teníamos sexo — respondió tajante—. Te dije desde un inicio que solo se trataba de sexo, no te ofrecí jamás otra cosa, además, no quiero ser tu esposa, de volverme Lana Rivers perdería el respeto de los ancianos.

—¿Dices que mi apellido no es suficiente?

—Son una familia pequeña todavía, no ofendo lo que haces, si no que, sabes que mi abuelo no lo permitiría, además, no quiero ser la esposa de nadie, no aún.

—No me puedo creer que estes rechazándome— el hombre se enfureció— eres una desconsiderada, luego de los años que he estado contigo fielmente.

—Eso no te lo crees ni tú, tienes otras mujeres lo se perfectamente, quieres mi poder, esa es la verdad—, Lana se puso de pie—, se termino todo, fue un placer, Erin Rivers, pero se terminó lo que sea que esto haya sido.

—¡¡Yo diré cuando se termine!! — grito el hombre alzando la mano contra la mujer y antes de poder siquiera rozarla, el fiel guardia de ella lo sujeto.

—Ay, cariño, no debiste hacer eso — dijo Lana sin inmutarse—. Es hora de enseñarte a respetar a las mujeres.

—N…No, Lana, mi amor, fue un impulso— de inmediato se puso nervioso—, no era enserio mi amor, perdóname

—Que rápido cambias de humor— ella tomo su bolso rebuscando algo ahí dentro—, debe ser por tanta cosa que te metes.

—¿Qué haces? No me hagas daño, joder, Lana, me iré, no te molestare de nuevo — forcejeaba con el guardia que no permitía que se escapara.

—Oh, lo sé, no volverás a molestarme — finalmente saco una daga de su bolsa volviéndose al hombre—. No te muevas o te dolerá mas

En cuestión de segundos, unos desgarradores gritos inundaron todo el puerto, desde la oficina Frederick escucho aquello, llevo su vista a la ventana, intentaba ver algo, pero no lograba percibir nada.

—Debe haberla hecho enojar— dijo el guardia.

—Y mucho al parecer — respondió Frederick entre risas

Los gritos duraron un rato hasta que cesaron y fueron remplazaos por autos partiendo a toda velocidad, Lana hizo acto de presencia minutos mas tarde, llevaba un pañuelo en las manos con el que intentaba retirarse la sangre, el menor se puso de pie yendo de inmediato con ella.

—¿Estás herida? — pregunto preocupado

—¿Qué? No, solo estoy manchada de sangre — respondió ella.

Los guardias se quedaron viendo sorprendidos como ella se dejaba llevar por el menor para lavarse las manos, mas bien que dejara que ese chico le lavara las manos con cuidado, se vieron entre si nuevamente, sin duda era algo nuevo que ella permitiera tanto acercamiento con alguien que recién había conocido ese mismo dia.

—¿Todo salió bien con los contratos? — pregunto ella mientras sus manos eran lavadas

—Si, solo hay algo que no me parece seguro con respecto a los porcentajes, prepare un escrito para explicarte mejor

—Esta bien, lo revisaremos en casa.

—Sobre eso, puedo alquilar algo cerca de donde vives

—No es necesario, en la casa hay muchas habitaciones puedes usar alguna de ellas, además como consejero te necesito muy cerca de mi

Otra vez se puso rojo, desvió la mirada para que ella no se diera cuenta, pero es que no podía creerse que lo estuviera poniendo de ese modo, cuando minutos antes se había comportado como una fría jefa y él llegando con una apariencia de hombre inquebrantable, ahora estaba lavándole las manos.

—Creo que asi esta bien— dijo apartando la mano del agua.

—Si, se cayó toda la sangre

—Gracias — respondió amable—, te ganaste la cena que te prometí

El muchacho sonrió amplio ante esas palabras, se apresuro a recoger todo de la mesa guardándolo cuidadosamente en folder que llevaría consigo para seguir revisando los contratos, la mujer había salido ya de ahí con rumbo al auto, él iba feliz detrás de ella, no pensaba en como seria el lugar al que lo llevaría, solo estaba feliz de pasar tiempo a su lado, escucharla hablar y sobre todo perderse en esos bellos ojos violeta.

—¿Te gusta la comida picante? — le pregunto

—Si, es mi favorita— admitió

—También es mi favorita, conozco el mejor lugar de comida picante de la ciudad

—Entonces podemos ir ahí— pidió él

—Bien, es comida china, asi que espero que estes listo, porque es realmente picante.

—Tengo estomago fuerte — se palmeo el abdomen y ella comenzó a reír.

—Ya lo veremos.

Ella no dejaba de reír con las expresiones corporales del joven, los hombres que iban delante seguían estupefactos ante la tranquilidad que emanaba de su joven jefa, habían pasado muchísimos años desde que la vieron de esa forma tan relajada, les daba felicidad que pudiera estar asi, para ellos era como si renaciera de las cenizas que Hiro dejo.    

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