La Soledad Me Hace Mal

El camino no fue silencioso, Frederick le contaba a Lana como había sido su vida en el colegio del extranjero.

—Es raro que alguien de la familia Lee sea tan…rubio como tú— confeso ella

—Mi padre es rubio, de ojos azules, soy casi idéntico, salvo por el tamaño de mis ojos son pequeños como los de mi mamá.

—Si, la conozco, cuando cumplí los dieciocho estuvo en mi fiesta, es una mujer muy agradable.

—Lo es, ella siempre dijo que tu eres la mujer mas hermosa que ha visto, que, si pudiera escogerme una esposa, te escogería a ti.

—¿Es eso una propuesta? — pregunto con un tono de broma, el hombre se puso rojo y que los guardias rieron bajo

—N…no…como crees eso — exclamo muy nervioso

—Acepto — dijo ella y el auto freno de golpe, todos los hombres dentro del auto voltearon a verla

—¿Qué? — exclamaron todos al unisonó

—Que acepto, el señor Lee estaría muy feliz si me caso con su sobrino — explicaba ella—, están presionándome con un matrimonio, se los daré, será un contrato, estaré casada, calmare a los ancianos y dejaran de molestar

—Pero, Lana…— dijo Frederick.

—Los matrimonios son un contrato, eso seremos, solo será un par de años, piénsalo, podríamos trabajar codo a codo y me agradas, lo cual es raro porque a mi nadie me agrada, asi que, casémonos

—Pienso que estas diciendo todo de manera muy acelerada— dijo finalmente el joven—, podrías arrepentirte.

—Se lo que digo, además no será para siempre

—Déjame pensarlo

Ella asintió, no perdió la tranquilidad en ningún solo momento, no como los demás que estaban sin poder creer lo que ella acaba de ofrecerle al joven, el corazón le latía como loco en lo que resto de camino, se imaginaba casado con ella, pero sabía perfectamente que era un contrato, no era por amor, ella no lo amaba, pero si aceptaba tal vez podía hacer que lo amara conforme compartieran su vida como matrimonio y entonces no tendrían que separarse.

Al llegar al restaurante, el chico seguía todavía pasmado ante la idea de Lana, era algo que no se iba a poder sacar de la cabeza hasta que fuera capaz de darle una respuesta a la mujer, ella al contrario se le veía de lo mas fresca, bajo del auto y con felicidad entro al sencillo local donde ya era más que conocida.

—No sé porque pensé que sería un lugar elegante

—No me gustan esos sitios— dijo ella—, soy mas de la comida casera

—Algo que sin duda no imagine — confeso el menor—. Me agrada.

Ella volteo a verlo luego de que dijera eso, él estaba sonriendo como niño pequeño, le revolvió algo por dentro, era un aspecto muy lindo el que tenia ese chico a su lado, casi se quedó embelesada con su sola imagen hasta que la voz de la mesera la devolvió de golpe a la realidad, fueron a una mesa en la esquina del lugar, pidió lo de siempre, pero esta vez seria para dos personas.

—¿Qué otras cosas te gustan? — pregunto él.

—¿De qué tipo de cosas?

—En general, tus hobbies, que te gusta que no, todo eso — explico

—¿Por qué quieres saberlo?

—Tengo que conocer al menos algunas cosas de mi futura esposa— señalo y ella sonrió al escucharle decir eso.

—¿Entonces aceptas? — pregunto con emoción

—Si, aceptare, quiero hacer feliz a mi tío en el tiempo que le queda de vida, se cuanto te quiere y que no se opondrá a la unión.

—Gracias, Frederick — dijo sinceramente tomando sus manos—. No sabes cuanta presión tengo en este momento para casarme, mi abuelo está volviéndome loca, quiere verme como una mujer completa ante la sociedad.

—Entiendo, seré el esposo que necesites — declaro.

—Lo sé, no sé porque, pero me siento tranquila a tu lado, tienes algo que me hace sentirme tranquila, con menos preocupaciones, asi que creo que esto será algo beneficioso para los dos— comenzó a decir—. Hay una cena importante dentro de tres días, será el momento ideal para dar la noticia del matrimonio, trabajamos juntos asi que no levantará tanta sospecha.

—Bien — respondió él con calma—, tenemos que hablar sobre los puntos que habrá en este matrimonio

—No puedo tener hijos — soltó de golpe ella—, no entrare en detalles, solo debes saber que no puedo, en lo sexual no tengo problemas, ambos somos humanos tenemos necesidades.

El rubio no se creía todo lo que ella decía o más bien la tranquilidad con la que decía las cosas, no iba a indagar en porque ella decía que no podía tener hijos, era algo que le costaba creer, pero no quería que ella sintiera que estaba fisgoneando.

La comida transcurrió con total normalidad, la comida era increíblemente picante, pero tenia un exquisito sabor, ella reía mucho con el joven, le gustaba la forma que tenia para expresarse, muy diferente a la primera impresión que había tenido de él, pensaba que era un tipo aburrido, pero se equivocó, era alguien divertido, que no tenia miedo de mostrar sus expresiones libremente.

—Aun no me dices que cosas te gustan

—Es cierto, bueno…me gusta mucho dormir— confeso y el rubio empezó a reír—, también me gusta mucho el karaoke, aunque siempre voy sola, no tengo muchos amigos, tenía una, pero desde que se caso ya no nos vemos tan seguido

—Podríamos ir juntos la próxima vez, si te parece— propuso el joven—. Aunque te advierto que soy pésimo cantando

—No creas que yo lo hago muy bien tampoco— confeso riendo por igual— pero me gusta hacerlo, es algo que me relaja mucho, eso y nadar.

—¿Eres buena nadando?

—Un poco, mi padre me enseño de pequeña, pero solo aprendí lo mas básico, asi que no soy tan buena.

—Te puedo enseñar, en el colegio fui parte del equipo de natación— comento—

—Hablando de escuela ¿Por qué no estudiaste la universidad?

—No me intereso ninguna carrera, aprendí lo que debía y con eso fue mas que suficiente, no es que necesite mucho tener una carrera universitaria para este negocio, con que sepa lo básico con eso basta.

—En eso tienes razón, yo tampoco curse la universidad, ya estaba al frente de la familia y no tenia nada de tiempo, asi que mejor me enfoque en expandir los negocios y seguir con los que ya estaban establecidos.

—En poco tiempo has logrado lo que nadie pudo, te admiro por eso, pienso que una mujer debería estar al frente de toda la organización, has demostrado mucho mas que cualquiera de los hombres que han liderado las familias de la mafia, por eso te tienen tanto coraje, porque eres más hábil que todos ellos juntos.

—Es la primera vez que me halagan de esa forma — confeso sonriendo—, elegí un buen esposo.

El joven sonrió ante sus palabras y al terminar la cena fueron directamente a la mansión de la mujer, estaba en medio de un espeso bosque, rodeada de una seguridad muy imponente, el camino era difícil, pero cuando arribaron, Frederick se quedo impresionado con lo majestuoso de la propiedad.

—Vamos, tomemos algo — le dijo antes de bajar.

Ella bajo del auto seguido por el joven, los guardias de la propiedad lo escaneaban con la mirada, pero no decían absolutamente nada, la chica entro como nunca, llena de vida y de buen humor, lanzo su bolsa al sofá y se sacó las molestas zapatillas.

—Ven, por aquí

Guio al joven hasta el jardín donde estaba la piscina, en el camino tomo unas latas de cervezas para ponerlas en una mesita y sentarse a tomar con él.

—Hay que brindar por nuestro compromiso

—Sigo sin creerme que digas en serio lo del matrimonio

—Por favor, seré buena esposa, además, es una forma en que podremos unir nuestras familias, tu tío y mi abuelo estarán contentos con eso

—Lo sé, pero, los matrimonios deberían ser por amor — esas palabras hicieron que ella se estremeciera.

—No todos, además no creo en eso del amor, solo quiero hacer negocios y vivir mi vida — respondió con firmeza—.

—Respetare eso, hare un buen trabajo, como esposo y como socio de negocios

Se giro a verlo, él estaba bebiendo de su cerveza cuando los ojos de la chica se posaron en el rubio, ella se preguntaba muchas veces si seria capaz de amar nuevamente, pero tenía muchísimo temor de ser traicionada de nuevo, por eso optaría por casarse con el chico ocho años menor que ella, seria alguien fácil de controlar a esa edad los chicos solo piensan con lo que tienen entre las piernas y ella era hermosa, ningún hombre se le escapaba y ese chico no sería la excepción.

—Nademos un rato — propuso poniéndose de pie para sacarse la ropa.

—No, disculpa Lana, prefiero dormir, llevo desvelándome por días y hoy puedo darme el lujo de dormir antes.

—¿Seguro? — pregunto ella sacándose la ropa, esperaba que él reaccionara con eso.

—Si, nos veremos por la mañana, descansa jefa

El chico se acerco solo para besar la mejilla de la mujer, se retiró a dormir dejándola ahí de pie totalmente fuera de sí, no podía creer que ese chico se había negado a nadar con ella, que se quito la ropa frente suyo, puso las manos sobre su cadera aun con la sorpresa pintada en su rostro, no sabía si reír o sentirse insultada, volteo a ver a una de sus empleadas domésticas.

—¿Puedes creer eso? ¡Rechazo esto!

—Tampoco puedo creerlo, señorita — respondió la empleada.

—¿Mi abuelo esta?

—Si señorita, en su oficina.

—Bien, gracias.

Se coloco la ropa de nuevo y entro a buscar a su abuelo, entro sin tocar la puerta como de costumbre, el mayor estaba revisando unos papeles cuando noto a su nieta, se quito los lentes y la observo de arriba abajo.

—Tienes sangre en la ropa

—Ah si, un pequeño accidente — se sentó delante de él—. Necesito contarte algo

—¿Por fin aceptaste la propuesta de Michael?

—No, que asco— respondió ella—, pero si voy a casarme— eso sorprendió al mayor que le presto toda su atención

—¿Con quién?

—El sobrino del señor Lee

—¿Frederick? Es menor que tú, Lana

—¿Y qué? Es inteligente, viene de buena familia y es el próximo en tomar el poder de la familia Lee.

—Lo conociste hoy— decía su abuelo— ¿Qué tramas?

—Darte lo que quieres, verme casada, bien ya elegí, pensé que eso te haría feliz.

—Lo hace, pero no sueles actuar de forma tan precipitada.

—Ahora sí, ya estoy segura de lo que he elegido, Frederick será mi esposo y haremos mas negocios con la familia Lee.

—Espero que no te arrepientas.

—No lo hare, abuelo, confía en mi.

La chica se levanto y beso la mejilla de su abuelo antes de retirarse, en el camino paso por la habitación de su futuro esposo, entro solo para ver que de verdad estaba profundamente dormido, dormía abrazando una almohada, una manera algo curiosa pensó, se acerco en silencio para ver a detalle las facciones del joven, le parecía muy lindo.

Se retiro unos minutos después, tomaría un baño antes de dormir, mientras se veía en el espejo completamente desnuda paseo sus dedos por la cicatriz que había en su vientre, era pequeña pero visible, era su recordatorio de que no podía confiar en el amor de los hombres, porque cuando tienen la oportunidad te apuñalan por la espalda.

Lo que más le dolía era haber perdido su hijo, era tal vez el hecho mas doloroso en su vida, aun recordaba con claridad cuando supo de su embarazo, estaba con su leal Sr. Mars, él le ofreció todo el apoyo que comúnmente un padre daría a su hija, guardo su secreto con recelo, la llevo a la consulta de un médico, fue donde vio por primera vez a ese pequeño que se formaba en su interior.

Emitió un pesado suspiro al dejar de acariciar esa marca espantosa en su cuerpo, luego de eso se metió en la bañera, buscaba relajarse en el agua caliente, pero era muy difícil, no entendía porque de nuevo se sentía asi de agobiada si minutos antes estaba de lo mas tranquila, tal vez era cosa de Frederick, que su forma de ser tan despreocupada le traía cierta paz y la ayudaba a lidiar con todos los problemas que rondaban por su cabeza.

—Frederick Lee, ¿Por qué habrá conservado el apellido de su madre y no de su padre? — se preguntó mientras encendía un cigarro—, tendré que investigarlo un poco.

Se decía a si misma mientras fumaba apoyando su cabeza un poco contra el azulejo de la pared, observo después el reloj, ya era algo tarde, asi que luego de terminar su cigarro salió de la bañera, seco su cuerpo, se coloco la ropa de dormir y subió a su cama, mientras cepillaba su cabello pensó en si debía cambiar el color de este, usaba el rubio porque con ese tono había conocido a Hiro que le decía mucho que el dorado resaltaba el color de sus ojos y la hacía lucir más hermosa.

—Tengo que dejarte ir, Hiro — susurro para sí misma.

Suspiro con una gran pesadez, dejo de lado el cepillo y se tapó hasta la cabeza ahogándose en ese pensamiento recurrente, iba a soltar al amor de su vida, quería dejar eso atrás, de todos modos, iba a casarse con alguien más.

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