Mientras que incluso los López debían mostrar humildad ante los Vega. Ella no tuvo más remedio que tragarse su orgullo, aunque seguía resentida y me lanzó una mirada fulminante a través del espejo retrovisor. Comprendí que, perfecto, una cuenta más que sumar a mi lista.
Durante los treinta kilómetros restantes, Mariana permaneció muy callada. Hasta que llegamos al resort de aguas termales.
Ahí, Mariana insistió en quedarse con Ángel en la suite.
—Ángel, nunca he dormido sola por la noche, me da mucho miedo —dijo melosa.
—De todas formas es una suite con dos habitaciones separadas, a Camila no le importará, ¿verdad? —preguntó mientras se aferraba al brazo de Ángel y lo sacudía suavemente.
Ángel me miró con expresión de disculpa.
Yo solo sonreí levemente: —Entonces cambiaré habitación con ella, me gusta más ese jardín.
Ángel parecía algo culpable y me habló en voz baja:
—Camila, es el cumpleaños de Mariana, vamos a complacerla.
—La próxima vez te llevaré de vacaciones a solas, como compe