Capítulo 6

Isabel volvió a su dormitorio, esperando que Eva y Mariela hubieran salido. Tenía que cumplir con la promesa de dejarle notas a Robert. Sentía un poco de pena por él, parecía que en verdad le importaba el tema de su tesis, pero no sabía cómo quitarse el bloqueo. Hasta el momento, lo consideraba un chico amable, aunque demasiado formal en su trato, creía que tal vez sólo era tímido. 

Empezó a trabajar en el documento, haciendo todas las anotaciones positivas que podía en la sección de comentarios del procesador de texto, las negativas las escribía en un cuaderno y se las diría de manera verbal, sólo si era necesario. Era fiel creyente de que el reforzamiento positivo funcionaba, y si era útil en los niños que a veces cuidaba para ganar un dinero extra, en una persona adulta también debía serlo.

Detectó cierto apasionamiento en el tono del texto un capítulo antes de que se detuviera por completo, como si hubiera una influencia de algo externo, luego volvía a lo formal y neutro en el punto en que se quedaba pausado el escrito. Debía decirle que tenía que corregirlo para mantener el estilo de una tesis. 

Tobbias tenía razón, él era muy capaz de terminar el trabajo, no sabía de muchas personas que se basaran en el cumplimiento de las leyes de acceso al agua potable y su regulación en la explotación por parte de las corporaciones. Había recabado suficiente información y testimonios para volverla creíble, hasta se dio el tiempo para entrevistar personalmente a quienes se vieron afectados. Robert se estaba ganando su respeto como profesional, por eso le parecía raro que no pudiera continuar si ya le había dedicado tanto esfuerzo.

Logró terminar la revisión antes de que las otras chicas llegaran, lo que le dio tiempo de asear un poco el lugar. Siempre que hacía las tareas hogareñas, le llegaban las ideas más tontas. La de esta vez, se trataba sobre si realmente podría hacer a un lado lo que había pasado en Halloween con Robert, no era que creyera que terminaría liada con él de nuevo, pero le costaba un poco de trabajo separar al joven cortés que se preocupaba por el problema del agua y al hombre con quien había decidido pasar la noche de manera casual. Eso volvía incómoda la interacción, aunque estuvieran de acuerdo en no volver a hablar de ello. Se preguntó si él también pensaría lo mismo de ella cada vez que la viera, o peor aún, si él la imaginaba desnuda cuando tuviera oportunidad. Negó con la cabeza tratando de quitarse ese pensamiento, si ése fuera el caso, no hubiera escuchado nada de lo que dijo esa tarde o sus ojos se hubieran paseado por todo su cuerpo, como le había pasado con Eduardo. Era por mucho, la idea más estúpida que le había llegado a la mente.

Ahora que Eduardo volvía a su mente, recordaba cada interacción con él. Pensó en el momento en el que lo conoció, era una excursión universitaria, le vio bromear con sus amigos, y aunque no le parecía que dijera los chistes más inteligentes o divertidos, le parecía adorable que aún así lograra hacerles reír. Tenía cierto encanto en sus facciones delicadas, casi femeninas, y le sorprendió mucho sentirse atraída hacia él, siendo que no era para nada su tipo. Creyó que tal vez podría enamorarse de él, sin saber que estaba tomando una de las peores decisiones que había hecho en su vida. 

Ella era muy joven e ingenua, no tenía ninguna experiencia en cuanto a relaciones, así que se dejó llevar por la corriente que la llevaría a un lugar lleno de decepciones, lágrimas y tristeza. Detrás de esa fachada inocente que él presentó, había una persona que sólo sabía herir y engañar. Si sólo hubiera escuchado a la ex novia, otra cosa hubiera sido. 

Se sintió avergonzada por haberse reído de sus advertencias, creyendo que eran producto de los celos. No tuvo que pasar demasiado tiempo para que ella se diera cuenta de que todo lo que le dijo era verdad. Ella no tenía necesidad de pasar por algo así ¿por qué se había encaprichado con él? Desde el principio había sido cruel con ella, diciéndole que sus besos dejaban mucho que desear por ser tan mojigata.

Poco después, Eduardo comenzó a engañarla, haciéndole creer que ella estaba viendo cosas donde no las había, diciéndole que todo era un producto de su imaginación y que sus actitudes de asedio la hacían ver como una loca. Isabel se sentía cansada todo el tiempo por cuidar que no la dejara, así que empezó a acostarse con él para mantenerlo con ella, Todas esas experiencias íntimas eran tan insatisfactorias, mecánicas e impersonales, que terminaba lo más agotada anímicamente que nunca. 

Comenzó a dejar de reconocerse a sí misma. ¿En qué momento se había convertido en una mujer a la que su novio trataba con más indiferencia que a un mueble? Ella no recordaba ser así antes de estar con él, no era el tipo de relación afectiva que tenían sus padres, tampoco era algo a lo que había aspirado, aún así, no quería dejarlo. Si él se iba ¿quién iba a quererla? Por eso se volvió más complaciente. Sin embargo, nada de lo que hiciera iba a ser suficiente para conservalo, al final, él decidió que todo iba a terminar.  

Se asustó con la notificación de su teléfono que le indicaba que Robert había enviado un texto. Se sentía un poco avergonzada por estar pensando en Eduardo en ese momento, ya no sentpia tristeza, pero estaba molesta consigo misma por permitir todo eso. Tomó el celular y leyó su mensaje.

Robert

Está bien si mejor vemos las notas el sábado? No podré ir por ellas mañana

Que su tema de conversación fuera ése le confirmaba que no tenía por qué ver intenciones donde no las había y eso la hacía sentir aliviada. Se dispuso a responder.

Isabel

Sí, a las 11?

Robert

Está bien. Dónde?

Isabel

En la biblioteca?

Robert

OK

Y no dijo nada más, lo que la hizo sonreír. Parecía que las cosas eran más simples con él de lo que ella se imaginaba.

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