Theo sonrió divertido y negó.
—No pienso hacerlo. Llevo años trabajando aquí y planeas llevarme como guardia de seguridad a un puto aeropuerto, púdrete.
—Es un maldito favor, Theo.
— ¡Adam!
Él chico rubio se cruzó de brazos y se recargó en el escritorio.
—Soy tu jefe.
Theo miró a Adam y negó totalmente molesto, tomó su casco negro y salió de la oficina.
Adam salió tras él y lo siguió, Él chico de ojos verdes lo observó de reojo y entró al elevador.