Dana colgó el teléfono, su corazón latía con fuerza. Había marcado a la administración de las residencias en Nueva York, donde solía vivir con Mateo, esperando encontrar alguna pista sobre él. El vacío de las últimas semanas había empezado a consumirla, y la revelación de que había sido dado de alta hacía más de una semana solo había avivado su ansiedad.
La línea de atención fue atendida por una voz amable pero formal.
-Residencias Riverstone, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
Dana respiró hondo antes de hablar.
-Hola, necesito saber si Mateo Torres sigue residiendo en su apartamento. Es urgente.
Un breve silencio llenó la línea antes de que la mujer respondiera.
-Señora, permítame un momento para verificar.
Dana esperó, aferrando el auricular con tanta fuerza que sus dedos comenzaron a doler. Finalmente, la voz volvió.
-Lo siento, pero el señor Torres dejó el apartamento hace algunos días.
El mundo de Dana se detuvo.
-¿Dejó el apartamento? ¿Cuándo? -preguntó con