El apartamento de Mateo estaba sumido en la oscuridad. La única luz provenía de la pantalla de su teléfono móvil, que reflejaba en su rostro cansado. Había estado esperando algo, pero no sabía exactamente qué. Después de todo lo que había pasado, las dudas y la incertidumbre lo perseguían. Había intentado despejar su mente, pero nada parecía calmar el caos interno. El sonido del teléfono lo sacó de sus pensamientos.
"¿Dana?"La voz de ella llegó clara y firme, pero había algo en ella que hizo que Mateo se tensara, como si todo lo que había intentado dejar atrás se desbordara en ese instante.- ¿Dana? -preguntó, la emoción apoderándose de él, temblando ligeramente mientras miraba el teléfono en su mano.Por un momento, el silencio se apoderó de la conversación. Los recuerdos de