El viento azotaba la carrocería de la camioneta con fuerza, y el silencio entre Zoraida y Adán parecía más pesado que nunca. Cada kilómetro recorrido en la oscuridad parecía alejarles aún más de la esperanza. El fracaso de la búsqueda en el centro seguía latente, y aunque intentaban ser racionales, el miedo y la frustración se apoderaban de ellos en cada momento.
Adán, visiblemente tenso, rompió el silencio con voz rasposa, como si cada palabra estuviera cargada de impotencia. -Es obvio que Laura sabía que llegaríamos. Todo está planeado, Zoraida. Todo. -Sus ojos reflejaban la ira que le consumía-. Y lo peor es que lo sabían antes de que nosotros siquiera hiciéramos algo. Zoraida apretó con fuerza el volante, sus dedos palideciendo, y sus labios se comprimieron en una línea tensa. No pudo evitarlo, su voz salió quebrada. -Si solo tuviéramos algo más, alguien... un aliado en el centro. Pero... -La rabia y la impotencia salían de su pecho en forma de un suspiro pes