Capítulo 32

—Me pierdo ante tu belleza —masculla con voz ronca, haciendo que mi cuerpo se erice por completo.

—No me tientes Máximo Petrov —le sentenció—. Ahora salgamos de aquí.

Me aliso el cabello y nuevamente me lo vuelvo a recoger, con un poco de nerviosismo quito el seguro de la puerta, la abro asomándome si de casualidad hay alguien cerca.

—No tienes por qué avergonzarte y menos si estás junto a mí.

Máximo toma de mi mano y ambos salimos  del vestidor, ¡sí! Ese vestidor que fue testigo de nuestra fogosa y ardiente pasión. Me apego más al brazo de Máximo y le pido a Dios que nadie sospeche de nuestra suculenta travesura.

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