*Liam*
Sintió una presión en uno de sus tobillos, ocasionando que soltase un bufido por lo bajo y se enredase más con las mantas, pero otra presión provocó que entrecerrase los ojos, negándose a abandonar la calidez de su cama. Oyó un leve ajetreo en la habitación seguido de un par de voces bastante familiar.
—Muy bien, es hora de levantarse —Oh, por amor a Dios, él de verdad quería seguir durmiendo y… —. Vamos, te dejé el desayuno en la mesita de noche y un ibuprofeno, seguramente tendrás resaca.
A regañadientes, trató de incorporarse, aunque solo logró deslizarse hasta que su espalda chocó contra el respaldar de la cama.
A pesar de tener los ojos entrecerrados, pudo divisar unos fanales color miel que lo miraban desde los pies del lecho. Llevó una mano a las sienes e hizo presión, dándose cuenta de