Narra Melisa
Gabo y yo dejamos la moto en casa de su madre y nos fuimos caminando hasta el taller que nos quedaba a unos 20 metros de distancia. Gabo estaba distraído en sus pensamientos y yo en los míos.
Al llegar al taller saludo con un buenas tardes a los presentes, dos clientes de mi padre, mi padre, Fernando el encargado de reparar la carrocería de los autos, Miguel el encargado de la pintura y un par de ayudantes, me acerco a mi padre, le entregó el almuerzo qué Maritza le ha enviado.
- Hola padre, aquí te mandó una admiradora- digo con picardía y le guiño un ojo, él se ríe y niega con la cabeza pero toma la taza y la lleva a su oficina para luego lavarse las manos y comenzar a almorzar.
- Hola Mel ¿cómo te preparas para la carrera de hoy?- Me pregunta Fernando.
- Me siento bien y optimista como siempre- le contesto.
- Lo sé, tienes un muy buen auto para competir, pocos están tan bien preparados cómo los tuyos.
- Gracias,