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El punto de vista de Sofía
Mi cabeza palpitaba mientras lentamente recobraba la conciencia, el mundo a mi alrededor giraba en una neblina de confusión. Mi cuerpo se sentía como si estuviera en llamas, cada nervio gritaba de dolor. Intenté moverme, pero tenía los brazos fuertemente atados a la espalda y las muñecas en carne viva por la áspera cuerda. Un fuerte sabor metálico permaneció en mi boca: sangre, mi sangre.
¿Dónde estoy?
La habitación a mi alrededor estaba oscura, fría y olía a tierra húmeda. Luché por concentrarme, pero mi mente estaba nublada, entrando y saliendo de la conciencia como en una pesadilla. Cada vez que intentaba concentrarme, la niebla me hundía nuevamente. No sabía cuánto tiempo llevaba aquí ni cuántas veces me habían movido. Sólo sabía una cosa: estaba en un gran problema.
Un movimiento repentino me devolvió a la conciencia. Pasos. Pesado, deliberado. Me tensé y los latidos de mi corazón se aceleraron. No podía verlos, pero sabía que estaban cerca. Mis cap