Capítulo 11
Los dos se quedaron allí en un punto muerto, observando cada uno de nuestros movimientos como si temieran que Mariana y yo fuéramos a escapar. Pero realmente ya no queríamos ver más a estos dos hombres sin vergüenza. ¡Era un puro desperdicio de aire y vida!

—Hagamos esto —después de pensarlo un momento, dije—: Ahora mismo, cada uno irá a comprar un ramo de flores, tienen que ir corriendo, no pueden conducir ni tomar un taxi. Al primero que regrese, consideraremos perdonarlo primero —mientras hablaba, saqué mi teléfono—. El tiempo empieza a contar ahora.

Mariana captó inmediatamente la idea y asintió: —¡Exacto! ¡Así es!

—¡De acuerdo, Mariana! —¡No te preocupes, Yolanda, soy bombero, entreno todos los días, definitivamente seré más rápido que él!

Al escuchar esto, los ojos de ambos se iluminaron como si hubieran visto una esperanza. Luego, salieron corriendo como si les fuera la vida en ello.

Mariana y yo intercambiamos sonrisas cómplices, rápidamente hicimos señas a un taxi y nos metimo
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
capítulo anteriorpróximo capítulo
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App