—Victor, gracias por la recibirnos de hoy—dijo Christian con una sonrisa educada, levantando su copa.
Lucía y Julia eran mujeres jóvenes que acababan de graduarse de la universidad, no eran aficionadas a beber y solían tomar refrescos en lugar de alcohol.
Los cuatro levantaron sus copas y bebieron juntos.
Cuando Lucía estaba bebiendo su bebida, Víctor le lanzó una mirada fría y llena de desprecio.
Bajo la cálida bienvenida de Víctor, todos bebieron varias copas.
Christian no era tonto y comenzó a notar que algo estaba mal con Víctor. Miró dentro de la copa de Lucía y rápidamente se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
—Lucía, dame tu copa—dijo Christian con voz seria, y con una sensación incómoda en su corazón.
—¿Qué pasa?—preguntó Lucía confundida, pero aun así le dio su copa a Christian.
Christian levantó la copa ante la nariz y olió fuertemente el olor de la bebida dentro. De repente, su cara cambió de color.
Luego, se levantó de un salto y arrojó la bebida hacia Víctor sin previ