Después de despertar, Sergio sintió un intenso dolor entre sus piernas y se dio cuenta rápidamente de que Christian lo había dejado inválido. —Ernesto, ¡ayúdame a acabar con este maldito Christian! ¡Haré que sufra hasta la muerte!— exclamó Sergio con furia y rabia, deseando destrozar a Christian en pedazos. Antes, su vida estaba en manos de Christian, y Ernesto no se atrevió a actuar. Pero ahora que estaba a salvo, confiaba en las habilidades y estrategias superiores de Ernesto para derrotar fácilmente a Christian. Aunque tuviera que arriesgar su propia vida, Sergio se vengaría de Christian cortándolo en pedazos uno a uno.

—¡Ernesto es muy poderoso!

—¡Deshazte de este idiota!— exclamaron los secuaces de Ernesto, animándolo con voz fuerte y enérgica. Todos sabían que Ernesto era un líder reconocido en el mundo de las pandillas, con habilidades marciales indescifrables. Para ellos, Christian, un joven desconocido, ¿cómo podría ser rival para Ernesto? Era simplemente irreal.

—El que deber