No pasó mucho tiempo antes de que se escuchara un golpe en la puerta. Después de obtener el permiso de Christian, Adrián abrió la puerta y entró.

—Presentándose ante Christian, ¿hay algo que desee que haga? —preguntó Adrián con respeto.

—Oh, es así —dijo Christian, explicando brevemente la situación.

La casa en la que vivía era parte de un complejo de villas, con precios bastante altos. La villa que él había comprado estaba cerca de la montaña trasera, en una ubicación apartada y tranquila.

Precisamente por eso, las villas alrededor de su residencia parecían no haberse vendido nunca.

Por lo tanto, decidió que Adrián comprara estas villas, tanto para proporcionar un lugar para que Jordi y Esther se quedaran como para permitir que Adrián y Matías se mudaran también.

De esta manera, todos podrían cuidarse mutuamente.

—Adrián, aquí tienes mi tarjeta bancaria. Ve y compra esas villas —dijo Christian, sacando una tarjeta bancaria y entregándosela a Adrián.

—¡Entendido! —respondió Adrián, tom